& DOCUMENTOS SOBRE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Una revuelta obrera
“Cuando llegábamos a Bolton, encontramos en el camino varios
centenares de hombres. Creo que eran aproximadamente unos quinientos; y como
preguntáramos a uno de ellos por qué se encontraban reunidos en tan gran número,
nos respondió que iban a destruir las máquinas y que harían lo mismo en todo el
país.
El mismo día, una gran fábrica situada
cerca de Chorley fue atacada por ellos. La localización de los edificios no
les permitía aproximarse, a no ser por un pasaje estrecho, gracias a eso fue
que el jefe de la fábrica pudo, con el auxilio de algunos vecinos, detener el
ataque. Dos de los asaltantes fueron muertos en el local y varios fueron heridos.
La masa no poseía armas de fuego y no esperaba tal
recepción; huyó exasperada y juró venganza. Los trabajadores pasaron el día
domingo entero y la mitad del lunes en reunir armas y municiones. Los mineros
del Duque de Bridgewater se unieron a ellos y otros trabajadores también,
ascendiendo su número aproximadamente a ocho mil. Estos ocho mil hombres
marcharon al son del tambor en dirección a la fábrica y destruyeron,
totalmente, instrumentos valuados en más de 10.000 £. El miércoles, por la
mañana, escuchamos sus tambores à una distancia de 2 millas, un poco antes de
llegar a Bolton.
Su intención declarada era apoderarse de la ciudad, en seguida
de Manchester y de Stockport, y de marchar en dirección a Cromford, para
destruir las máquinas, no solamente en esos diversos lugares, sino en toda
Inglaterra.”
Paul Mantoux. La Révolution Industrielle au XVIIIe Siècle.
Págs. 418 y 419, París,
1905.
Comentario
Dice el autor anónimo
del libro The habits of good society en l855:
“Los Johnson, fabricantes
de géneros de punto retirados de los negocios, no consideran decoroso ir a ver
a los Jackson, fabricantes de paños retirados, pero han removido Roma con
Santiago para ser presentados a los Jameson, que no están retirados de nada.
Los Jameson reciben a los Johnson, pero los humillan al hablar inmediatamente
de ‘nuestros amigos los Williams’, quienes tienen un primo en el Parlamento, y
los William a su vez evocan continuamente a su primo durante la conversación, a
fin de infundir respeto a los Jameson.”
La salud de los
trabajadores
"Está claro que los niños y las otras personas empleadas
en el trabajo de los grandes telares de algodón están sujetos a fiebres
contagiosas: cuando uno cae enfermo, la dolencia se propaga rápidamente, no
solamente entre aquellos que están trabajando en el mismo local, sino también
entre las familias a las cuales pertenecen, y en toda la vecindad.
(...)
Las grandes fábricas generalmente tienen una influencia
perniciosa sobre la salud de aquellos que trabajan en ellas, e igualmente
sobre los que no padecen cualquier dolencia, pero por la vida recluida que les
imponen e por la acción del aire contaminado e impuro.
(...)
El trabajo de noche y las jornadas prolongadas, a las cuales
son sometidos los niños, no solamente tienden a disminuir la duración de la
vida y la cantidad de los que están por nacer, por la alteración de la fuerza
de esa generación, como favorecen los vicios de los padres que, contrariamente
al orden humano, viven de la explotación de los hijos.
(...)
Los niños empleados en las fábricas son generalmente privados
de cualquier oportunidad de instruirse y de recibir educación moral y
religiosa.”
Claude Folhen. Histoire Générale du
Travail T. III, pág. 28.
Política colonial
“... Afirmo que esta política colonial es un sistema
concebido, definido y limitado del siguiente modo: reposa sobre una triple base
económica humanitaria e política. (...)
La cuestión colonial
es, para los países volcados a una gran exportación, por la propia naturaleza
de su industria, como nosotros, una cuestión de salvación.
En el tiempo en que vivimos hay una crisis que atraviesan
todas las industrias europeas, y la fundación de una colonia es la creación de
una válvula de escape. (...)
Es preciso decir abiertamente que las razas superiores
tienen derechos sobre las razas inferiores, porque tienen un deber para con
ellas: el deber de civilizarlas. (...)
Afirmo que la política colonial de Francia, que nos ha
llevado a Saigón, a Cochinchina, a Túnez, y a Madagascar se inspira en una
verdad sobre la cual es preciso atraer un instante vuestra atención. (...)
Señores, Europa tal como ha sido hecha, es esa concurrencia
de tantos rivales que vemos crecer en torno de nosotros, que por el
perfeccionamiento militar o marítimo, por el desenvolvimiento prodigioso de
una población que crece incesantemente; [han convertido a] Europa en un
universo, y una política de recogimiento o de abstención es simplemente un
gran camino hacia la decadencia”.
Discurso de Jules Ferry, citado por Henri Brunschwig, Mythes et réalités de l'Impérialisme
colonial français,
A. Colin. París. 1960,
págs. 73-74.
Negocios
“Un día paseaba por Manchester con uno de esos señores de
clase media. Le hablé de los desgraciados y pobres barrios bajos y llamé su
atención hacia las terribles condiciones de la parte de la ciudad en la que
viven los obreros de las fábricas. Le dije que en mi vida había visto una
ciudad tan mal construida. Me escuchó pacientemente y en la esquina de la
calle en que nos despedimos, comentó: ‘Y, sin embargo, se gana mucho dinero
en ella. ¡Buenos días!’
F. Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra
La vivienda en Francia
"Las circunstancias que obligan a los trabajadores a
trasladarse del centro de París han tenido, como se señala, deplorables
efectos sobre su conducta y moralidad. Antiguamente solían vivir en los pisos
altos de edificios cuyos pisos bajos estaban ocupados por comerciantes y otros
miembros de clases relativamente acomodadas. Una especie de solidaridad se
establecía entre los inquilinos de un mismo edificio. Los vecinos se ayudaban
unos a otros en pequeñas cosas. Cuando eran víctimas de enfermedades o paro los
obreros solían encontrar socorros dentro de la misma casa y, en reciprocidad,
una especie de sentimiento de humano respeto imbuía a la clase trabajadora
costumbres de cierta regularidad."
Chevalier,
Louis. Classes laborieuses et classes dangereuses à Paris dans la première
moitié du 19è siècle 1958
Reflexión
“No puede haber riqueza sin trabajos. El trabajador es la
fuente de toda la riqueza. ¿Quién ha producido todo el alimento? El mal
alimentado y depauperado labrador.
¿Quién construyó todas las casas, almacenes y palacios poseídos
por los ricos, que nunca trabajaron o produjeron algo? Los obreros. ¿Quién
teje todas las hilazas y hace todas las telas? Los tejedores. Sin embargo, el
trabajador vive en la indigencia, mientras los que no trabajan son ricos y
poseen de todo hasta hartarse. Así, el desesperado trabajador puede muy bien
cantar:
“Si la vida fuera algo que pudiera
comprarse con dinero, el rico viviría y el pobre moriría.”
Musson, Earl. The
Ideology Of Early Cooperation In Lancashire. 1958.
Se hereda la miseria?
“El color enfermizo de los obreros era espantoso. Ese
segundo estado se distinguía de quienes habían permanecido fieles a la
agricultura por el hecho de que sus miembros, cerca del fuego o del mineral o
detrás del telar, no sólo se habían inoculado a sí mismos el germen de la
muerte, sino que lo habían legado a sus hijos.”
Immermann, Karl Die Epigonen 1836
Oficios y viviendas
Engels, al mencionar el valle del Wupper en 1839, describe
los locales de las fábricas de Barmen y Elbeifeld:
“... el hecho de trabajar en locales de techo bajo, donde se
respira más humo y polvo que oxígeno, y
por lo general desde los seis años quita todo placer a la vida. En cuanto a los
tejedores que disponen de telar en su casa, se sientan ante él encorvados de la
mañana a la noche, con la médula espinal tostada por la estufa encendida. El
que no cae en el misticismo se da al aguardiente"
Miseria
“Allí no es raro encontrar a un hombre, su mujer, sus cuatro o
cinco hijos y, a veces, un abuelo y una abuela, que trabajan, comen y duermen
en una sola habitación de tres o cuatro metros de lado... De cada diez cabezas
de familia no hay uno que posea otra ropa que los harapos que lleva para
trabajar; muchos no tienen otra cosa con que cubrirse por la noche y no disponen
sino de un saco lleno de paja y virutas a modo de cama”.
Philip, Andrew
The bitter cry
of out-East London
Declaración
de un obrero ante un Comité parlamentario. (Londres. 1832)
A qué hora en la mañana, en la
tonificante hora, iban las muchachas a a la hilandería?
A las tres de la
mañana, durante cerca de seis semanas, han ido a trabajar y han terminado a las diez o casi media hora
después, en la noche.
¿Qué intervalos se permitían
para descansar o refrescarse durante esas diecinueve horas de trabajo?
Para el desayuno un cuarto de
hora, y para la cena medía hora, y para beber cerveza un cuarto de hora.
¿Y se destinaba parte de ese
tiempo para limpiar la maquinaria?
Generalmente tenían que llevar
a cabo lo que llamaban el secado; en ocasiones eso se llevaba todo el tiempo
destinado al desayuno o a la ingestión de cerveza, y entonces tenían que tomar
su desayuno o su cena como pudiesen; de lo contrario, lo regresaban a su casa.
¿No le resultaba muy difícil
despertar a sus hijos para
que llevasen a cabo este trabajo excesivo?
Sí, a temprana hora teníamos que levantarlos
dormidos y sacudirlos cuando los tendíamos sobre el piso para vestirlos antes
de poderlos llevar al trabajo; eso era diferente en las horas normales.
¿Cuánto tiempo podían
permanecer en la cama durante esas largas horas?
Ya eran casi las once de la
noche antes de que pudiésemos llevarlos a la cama después de haberles dado unas
cuantas vituallas, y después por la mañana mi mujer acostumbraba pasarse en
vela toda la noche por el temor de no poder tenerlos listos a tiempo...
Así que para entonces ¿no
dormían más de cuatro horas?
No, no lo hacían...
¿Estaban excesivamente cansados
los niños debido al trabajo?
Muchas veces gritamos, a menudo cuando ya les
hemos las pocas vituallas que tenemos para ellos; tenemos que sacudirlos y muchas
veces se quedan dormidos con la comida en la boca.
Y esa jornada de trabajo
excesiva ¿ocasionaba mucha crueldad
también?
Sí, al estar tan cansados
ellos, muchas veces usamos la correa.
¿Cuáles eran los salarios por
las jornadas cortas?
Tres chelines
a la semana para cada quien.
Cuando trabajaban esas jornadas
largas, ¿cuánto ganaban?
Tres chelines y siete peniques
y medio.
La canción de la camisa
La
canción de la camisa, escrita por el poeta inglés Thomas Hood (1799-1845), está
inspirada en la noticia publicada en Londres acerca del arresto de una costurera
por haber empeñado artículos que pertenecían a su patrón. Pagada a destajo,
podía ganar como máximo siete chelines a la semana, con lo cual se suponía que
tenían que mantenerse ella y sus dos niños pequeños.
Trabaja, trabaja, trabaja,
Hasta que el cerebro comienza
a flotar,
Trabaja, trabaja, trabaja,
Hasta que los ojos se vuelven
pesados y opacos.
|
Cose y refuerza y coloca franjas,
Coloca franjas, y refuerza y
cose,
Hasta que sobre los botones
yo caiga dormida
¡Y los cosa en un sueño!
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¡Oh hombres con hermanas!
¡Oh hombres con madres y
viudas!
No es lino lo que portan,
¡Sino las vidas de criaturas
humanas!
|
Puntadas, puntadas, puntadas
En la pobreza, el hambre y la
suciedad,
Cosiendo a la vez, con una doble
hebra
Un sudario y una camisa.
|
La industrialización
“La industrialización
en Europa occidental fue uno de los rasgos más notables del medio siglo
transcurrido entre 1830 y 1880. El proceso ya estaba muy avanzado en Gran
Bretaña antes de 1830, pero en las décadas siguientes se extendió en gran
escala, primero, a Bélgica y Francia, y, luego, a Alemania. Sería un error, sin
embargo, imaginar que la superioridad industrial le vino a Europa occidental
únicamente como resultado de la clásica Revolución Industrial que comenzó
alrededor de 1780. Por el contrario, Europa occidental ya era técnicamente
superior al resto del mundo, en lo que respecta a herramientas e instrumentos
producidos por sus habitantes, en época tan temprana como el siglo XVII. Los
métodos de producción en el siglo XVII no habían cambiado y la industria se
hallaba aún reducida a una pequeña escala en comparación con lo que había de
venir, pero ya los europeos tenían las ideas de la física, proporcionadas por
Newton y otros, y un alto grado de complejidad de la artesanía en instrumentos
tradicionales tales como relojes de pared, molinos de agua o de viento, tornos
de hilar, etc. En Inglaterra había, además, un estimulante especial: la
necesidad de hallar un sustituto para el menguante suministro de madera.
Incluso en 1730, Europa llevaba una considerable ventaja industrial al resto
del mundo, y en 1830 habían tenido lugar nuevos perfeccionamientos tecnológicos
de inmensa importancia.
Un importantísimo
perfeccionamiento tecnológico ocurrido en el siglo XIX había de ser la aparición
del proceso de producción en masa. De los productos industriales del siglo
XVIII, con muy pocas excepciones, no había dos que fuesen exactamente iguales,
ni tampoco había dos que pudiera fabricarlos simultáneamente el mismo operario.
Sin embargo, ya en los inicios del siglo XIX, estaban presentes algunas de las
condiciones precisas para la producción en masa. Se había descubierto energía
suficiente para mover muchas máquinas con la máquina de vapor, que ya se
utilizaba en la industria, pero que no había sido instalada sobre ruedas para
crear una forma de transporte sin necesidad de caballos. Ya había algunas
fábricas en las que se empleaban diversas máquinas movidas por energía,
especialmente en Inglaterra. Sin embargo, incluso en 1850, el tipo moderno de
fábrica era la excepción más que la regla.
Solo en Gran Bretaña y Bélgica
existía en 1850 una sociedad industrial en el nuevo sentido, y, naturalmente,
había sido en Inglaterra donde la revolución industrial se había generado a
mediados del siglo XVIII. Ciertas industrias habían resultado particularmente
adaptables para el uso de la fuerza de vapor: las industrias del algodón, del
hierro, de la alfarería y de la cervecería, y todas estas industrias habían
encontrado mercados en continua expansión. (…) Después de Gran
Bretaña, pero todavía muy rezagada, iba la pequeña Bélgica. Aunque su
independencia estaba muy reciente en 1850, Bélgica fue el primer país que
aprovechó el ejemplo británico y utilizó la pericia industrial británica y la
organización en gran escala. Aun antes de su independencia, las minas belgas
suministraban mucho del carbón que necesitaban las nuevas fábricas de diversos puntos
del continente y que ya funcionaban por medio de la fuerza de vapor.
Después de Gran Bretaña y
Bélgica, también se industrializó Francia, pero mucho más tarde y nunca tan
completamente como Gran Bretaña. En Francia, la pericia demostrada por algunos
individuos en cuanto al desarrollo de nuevas técnicas para la industria, no
pudo contrarrestar el conservadurismo de la mayoría de los productores. La
máquina de vapor, que ya era un objeto familiar en Inglaterra, apenas había
hecho su aparición en Francia en 1830. Hasta los años de 1840 no se
construyeron máquinas de vapor, y aún entonces fueron usualmente máquinas muy
pequeñas. Esta relativa lentitud en Francia puede explicarse, en parte, por la
escasez de materias primas, pero también en parte por la falta de iniciativa de
los fabricantes. Allí donde los fabricantes privados se mostraban cautelosos,
fueron los gobiernos los que tuvieron que seguir una política económica más
activa. Tanto en Francia como en Alemania, el gobierno desempeñó un papel mucho
más importante para el fomento del desarrollo económico que en Inglaterra,
donde individuos y compañías particulares habían reunido los capitales
necesarios y habían administrado la construcción y el desarrollo de minas,
fábricas, canales, ferrocarriles y bancos. (…) Alemania se
desarrolló como potencia industrial más tarde que Gran Bretaña o Francia.”
Hearder, H. Europa
en el siglo XIX. Madrid Aguilar. 1978.
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