& ANTROPOLOGÍA Y DESCOLONIZACIÓN / MIRTA LISCHETTI (comp)
La Antropología contemporánea
y la Descolonización
Mirta Lischetti (comp)

Vamos a intentar una respuesta yendo paso a
paso desde la especificación de los contenidos históricos hasta el desarrollo
del pensamiento antropológico.
La destrucción del régimen colonial en África
en la década del 60, es uno de los grandes acontecimientos del siglo XX.
A muchas personas les parece inexplicable,
casi un hecho de ingratitud ("considerando todo lo que hemos hecho por
ellos"). Para otros es la consecuencia natural de una progresión
deliberadamente planeada por las potencias coloniales, que condujeron a los países
coloniales hasta que fueron responsables de sus actos Estos dos mitos, a pesar
de ser diferentes, tienen una cosa en común: ignoran por igual, o niegan, la larga
y continua lucha del pueblo africano, desde las vísperas de la época imperial,
lucha que no se detuvo un solo día, desde el momento en que la Conferencia de
Berlín de 1885 dividió arbitrariamente al África entre las potencias europeas
de Occidente
La conquista europea del África comenzó en el
siglo XV, con la primera colonización de Angola por Portugal en 1482 y de
Mozambique en 1505. En los siglos XVII y XVIII las potencias europeas
obtuvieron nuevos puntos de apoyo: los franceses se establecieron en Senegal
(1637) y los holandeses se establecieron en el Cabo en 1652. La corona británica
se apoderó de Sierra Leona en 1808 y de la Colonia del Cabo en 1814; en 1830
los franceses bombardearon Argelia para someterla y en 1841 se establecieron en
África Ecuatorial. En 1851 se produjo la primera invasión británica en Nigeria.
En los 75 años siguientes casi todas las zonas
restantes del África cayeron bajo dominio europeo.
De tal modo la conquista del África por Europa
se extendió a lo largo de cuatro siglos y sólo quedó completada hace cincuenta
años (con la invasión de Etiopía [Abisinia] por la Italia fascista, en 1935).
Es preciso señalar dos factores que ayudan a
comprender la rebelión africana.
En primer lugar y como ya lo señaláramos, el
gran esfuerzo de las potencias europeas por dividir al África se produjo en vísperas
de la época imperialista, en un momento en que los poderosos agrupamientos
monopolistas europeos, basados en el poderío industrial y financiero, trataban
de expandir su dominio para apoderarse de materias primas, en especial
minerales (en Sudáfrica, en 1866, se descubrieron diamantes y en 1886, oro,
mientras que en Rhodesia se encontró oro en 1860), adquirir tierras para la
colonización y para fines estratégicos y establecer nuevos puntos de dominio
para el comercio; en una palabra, para encontrar nuevos campos a las
actividades lucrativas. En segundo lugar, esta época de África, que podemos
hacer datar más o menos de 1885, fecha de la Conferencia de Berlín, provoca una
creciente resistencia del pueblo africano, que culmina en el movimiento de liberación
de las naciones africanas.
Sería una grosera simplificación pretender que
la resistencia africana a la conquista europea condujo, en línea recta y sin
desviarse, a las rebeliones nacionales de la década del 60, o afirmar que los
modernos partidos y programas políticos del África y las organizaciones
sindicales, son descendientes directos de los pueblos que lucharon primero
contra la invasión extranjera. Pero sería igualmente engañoso argumentar que no
hubo vinculación alguna entre las distintas fases de la lucha africana, aun
pensando que los modernos luchadores anticoloniales dan un salto hacia
adelante, alejándose del pasado, en dirección a algo nuevo, el establecimiento
de sus nuevos estados, la construcción de su nueva economía y la concesión de
una nueva vida a sus propias culturas.
Muchas son las formas de expresión que han
tomado los movimientos de liberación nacional. La defensa de la tierra, la
resistencia al comerciante extranjero, a los impuestos, y a los trabajos
forzados, la oposición a verse complicados en la Primera Guerra Mundial, la
tentativa de formar una Iglesia y escuelas africanas independientes, la lucha
por salarios más elevados y por derechos sindicales, la oposición a las leyes
de tránsito y otras formas de discriminación racial, la lucha por las
libertades civiles y por el pleno derecho político para los africanos, la campaña
por la africanización de los empleos públicos, contra la barrera de color en
industrias y la falta de educación: éstos y otros problemas son y han sido los
principales en torno a los cuales luchó y creció el movimiento de liberación.
Y de estas exigencias, y a través de las
adecuadas formas de acción y organización que se desarrollaron en respaldo de
las mismas, surgen los movimientos de liberación de las naciones africanas
Desde 1919 hasta 1944 van a comenzar a
realizarse Congresos Panafricanos, donde se debaten profundamente todos los
problemas y donde se elaboran las exigencias y normas políticas
Por, otra parte, en el continente asiático se
produce la independencia de la India (1947) y la revolución comunista en China
(1949) y en Vietnam del Norte (1954)
El rencor contra Occidente, la inquietud ante
la tensión creciente entre China y los EE.UU., el temor de una guerra
desastrosa desde el punto de vista político y económico (todos los países del África
y Asia tienen niveles de vida muy bajos, aunque haya variaciones entre una región
y otra), el deseo entre los gobernantes de la India (Nehru) de aclarar los términos
de las relaciones con China, la necesidad de conocerse mejor entre todos ellos
y de coordinar esfuerzos: todos éstos son los motivos que hacen que cinco
estados de Asia y del sudeste asiático lancen la iniciativa de una vasta
Conferencia entre todos los jóvenes países de esos dos continentes.
Se realizan conferencias preparatorias y se
llega por fin a la Conferencia de Bandung, Indonesia (abril de 1955).
Son invitados los países de Asia y de África
que habían alcanzado su independencia política.
El encuentro cuenta con la asistencia de los
siguientes países: Afganistán. Arabia Saudita, Birmania, Camboya, China, Ceilán,
Costa de Oro (Ghana), Egipto, Etiopía, India, Indonesia, Irak, Irán, Japón,
Jordania, Laos, Líbano, Liberia, Libia, Nepal, Filipinas, Pakistán, Siam, Sudán,
La conferencia había sido preparada para
discutir cuatro objetivos bastante generales.
a) Promover la buena voluntad y la comprensión
entre las naciones de Asia y África; estudiar y favorecer sus intereses mutuos.
b) Examinar los problemas y las relaciones
sociales, económicas y culturales entre los países representados.
c) Examinar los problemas que interesan
especialmente a los pueblos de Asia y África: aquellos que afectan la soberanía
nacional, el racismo y el colonialismo.
d) Apreciar la posición de Asia y África en el
mundo contemporáneo, tanto como la contribución que puedan aportar y el
afianzamiento de la paz y la cooperación internacionales.
Estos objetivos son debatidos y las
conclusiones de la Conferencia quedan sintetizadas en diez puntos que expresan
los principios de la coexistencia entre las naciones.
Como juicio u opinión acerca de la importancia
de Bandung, nos parece acertado el de L. S. Senghor.
Senghor juzga que Bandung reviste la misma
importancia histórica que el Renacimiento. Que si bien la conferencia tiene un
aspecto negativo, en tanto que es solamente una revuelta moral contra la
dominación europea, es también más que eso: es la expresión, a escala del
planeta, de la toma de conciencia de su eminente dignidad por los pueblos de
color. Es la muerte del complejo de inferioridad de estos pueblos.
Bandung fue una afirmación de independencia,
inseparable de la noción de igualdad de todas las naciones.
Las consecuencias de Bandung se reflejaron en
el seno de las Naciones Unidas, donde la solidaridad de las naciones
afroasiáticas que la integraban con las otras naciones que luchaban por su
independencia, cumplieron con la tarea de hacer legítimas esas luchas en el
seno de los foros internacionales (Votos para que China ingresara en la UN:
1956, Corea, Togo, Argelia [1957], etc. ).
Esos lazos jurídicos y políticos que los
pueblos afroasiáticos desatan en la década del 50 y del 60 través de su lucha
político-militar y diplomática no los van a configurar como naciones
independientes en toda la amplitud del término. Su relación con el occidente
europeo y con los EE.UU. va a seguir siendo de dependencia. Como lo es también la
relación de las naciones centro y sudamericanas.
Pero esa dependencia no se va a manifestar a
partir del mismo tipo de relaciones configuradas durante el siglo XIX.
El neocolonialismo europeo, pero sobre todo el
norteamericano, es el sistema que va a imponer una nueva división internacional
del trabajo.
Hasta aquí habíamos reseñado brevemente los
contenidos históricos del último período señalado por Bonte.
Ahora cabría preguntarnos por el pensamiento
antropológico correspondiente.
¿Qué sucede con el reconocimiento de la
relación colonial?
La conciencia europea tardará mucho en
reconocer la situación colonial. La denuncia de la misma es temprana y se
mantiene durante todo el siglo XIX, pero aparece sólo como tema de denuncia,
pero no de acción y de transformación. Si bien se encuentran críticas a la
situación colonial, durante todo el siglo y en potencias coloniales de
diferente grado de desarrollo económico, como lo eran España e Inglaterra, lo
real es que las mismas aparecen absorbidas por el desarrollo de la política
expansionista europea. Absorbidas por la ideología vigente de todo este período,
la cual justificará la situación colonial y el racismo consecuente,
Esa ideología, como lo señaláramos
anteriormente, es la del evolucionismo y la del darwinismo social,
“Yo no quiero decir lo que los filósofos
han pensado de la raza negra; no quiero atribuir a los negros una naturaleza
distinta: no quiero invocar la opinión de sabios anatómicos, cuyo estudio se
encaminaba a demostrar caritativamente que entre el esqueleto y la organización
fisiológica de los negros y el esqueleto y la organización fisiológica de los
monos hay magra semejanza”.
Estas palabras eran pronunciadas en el parlamento
español en 1873 y no harían más que reflejar el estereotipo del conjunto de las
clases sociales europeas y de las “ciencias” que se encargaban de estudiar ese
objeto.
En gran medida serán los propios líderes
políticos asiáticos y africanos los que a través de su acción ejecutarán la
práctica de la denuncia de las relaciones coloniales.
Habrá que esperar hasta después de la segunda
guerra mundial para que la ciencia oficial reconozca teóricamente la existencia
de esa situación.
Aproximaciones a su estudio constituían los
trabajos de los antropólogos sobre el contacto cultural y la transculturación,
pero los mismos dejaban permanentemente de lado lo determinante del proceso: la
penetración y dependencia económica, postulando un análisis en términos de relaciones
culturales y psicológicas, pero donde nunca se encontraba la determinación
profunda del proceso.
El final de la guerra supuso descubrir el
subdesarrollo, la dependencia, el colonialismo; fueron los especialistas de los
países colonizadores que se iban quedando sin colonias, los que descubrieron la
situación colonial. Fueron los franceses, británicos, belgas, los que comienzan
a analizar la relación no desde la superioridad o inferioridad respecto del europeo y el no europeo, sino a partir de una construcción nueva basada en la
relación de explotación que conforma la situación colonial y donde el superior o
inferior es determinado por dicha relación. La misma es analizada, además, no
sólo en su determinación económica, sino en las consecuencias para toda la
estructura social determinada.
La historia de este “descubrimiento”
pone de manifiesto la aparición de sucesivos conceptos que analizan el fenómeno
desde perspectivas contradictorias que cumplen roles diferentes, justificadores
por un lado, críticos por otro. Emerge así el concepto de subdesarrollo, el que
se impone a partir de concebir la situación colonial, como una situación en la
cual los europeos blancos y cristianos habían tenido poco que ver.
El subdesarrollo y su pareja consecuente, el
desarrollo, suponen una Historia en términos de sucesivas etapas a cumplir, las
cuales unos las atravesaron primero (los desarrollados) y otros las están
atravesando en diversos escalones del proceso (los subdesarrollados). Esta
reflexión no implicaba para nada el que justamente los actualmente
subdesarrollados eran los escalones a partir de los cuales y
subdesarrollándolos, los Civilizados pudieron remontarse hacia el Desarrollo.
Los conceptos de situación y relación colonial
apuntan básicamente a criticar este planteo: los europeos (colonizadores) y los
americanos/africanos/asiáticos (colonizados) configuran una situación total en
la cual cada una de las partes es lo que es parcialmente, en función de esa
relación.
Estas sociedades se han determinado mutuamente
y no son lo que son por factores metafísicos, predestinados o racistas.
Con estos nuevos planteos se ha operado una transformación
de la matriz teórica. Y transformar la matriz teórica significa modificar el
tipo de preguntas que se le hacen al objeto y producir respuestas nuevas. Toda
teoría es en esencia su problemática, es decir la matriz teórico-sistemática del
planteamiento de todo problema que concierne al objeto de la teoría.
La función esencial de la descolonización es,
al incluir nuevamente en la historia a las sociedades colonizadas como entes
autónomos, crear la necesidad de una reestructuración del saber.
Como decíamos al comienzo, parafraseando a
Hobsbawn, la Antropología redescubre la Historia.
Esta nueva construcción científica conoce
antecedentes inmediatamente previos o simultáneos al desarrollo de los
movimientos de liberación nacional.
Habría un conocimiento temprano de la situación
colonial, el realizado por los representantes de la escuela de Manchester; el
análisis de Worsley de los movimientos milenaristas de Nueva Guinea (1957) se
convirtió en una crítica a la política colonial y en una descripción de los
inicios del movimiento nacionalista, dándose de este modo la ruptura de las
coacciones del paradigma, del modelo antropológico clásico. Se introduce el
estudio de las dinámicas sociales a partir de este gran tema: Milenarismo y
Mesianismo, que queda incorporado a la problemática antropológica.
En Francia, Balandier publica en 1955 su Sociología
del África Negra, desde esta misma perspectiva.
Volviendo a los comienzos tempranos de la
Escuela de Manchester en el descubrimiento de la relación colonial, Gluckman e
Hilda Kuper examinaron en África del Sur la organización racial en términos dinámicos
y radicales.
A partir de 1939, Gluckman comienza a trabajar
en el Rhodes-Livingstone Institute, en África Central, y la producción científica
de este Instituto es diferente y representa agudos contrastes con gran parte
del trabajo de los antropólogos de Oxford y Cambridge en esas áreas africanas.
La preocupación de Gluckman por el contexto
total de la sociedad pluralista se manifestaba en su interés por la estructura
social total de la región, incluyendo a los blancos. Partiendo de esto, era
necesario estudiar las áreas urbanas, tanto como las rurales, y considerar a
los trabajadores africanos como trabajadores que operan dentro de un sistema
social urbano e industrial.
Además, contrasta los "sistemas
estables" con la situación que encuentra sobre el terreno:
"Hoy el sistema no es estable, pues no
sólo se ha visto la vida zulú constantemente afectada y cambiada por muchos
factores, sino que también las distintas autoridades representan valores
diferentes e incluso contradictorios... La moderna organización política de
Zululandia consiste en la oposición entre los dos grupos de color representados
por determinadas autoridades... la oposición entre los dos grupos no está bien
equilibrada, pues en último término está dominada por la fuerza superior del
gobierno... La amenaza de esta fuerza es necesaria para hacer que el sistema
funcione, puesto que los valores e intereses zulúes no reconocen una fuerte
relación moral entre ellos y su rey y jefes. Generalmente consideran al gobierno como algo
exterior que los explota.”
Como mínimo, este orden de investigaciones ha
sometido los conceptos de estructura y de función a la prueba de la historia y
de la dinámica que hace que sociedades preservadas sean hoy prácticamente
imposibles de hallar.
También, la reintroducción de estas sociedades
como sujetos autónomos de la Historia va acompañada por una interrogación sobre
la naturaleza universal de una historia de la que Occidente se ha adueñado de
modo exclusivo durante cierto tiempo y de una ciencia de la que ha pretendido
poseer todos los resortes.
En el centro de la reflexión científica se
introduce una crítica. La realizan los antropólogos indígenas. En el área del
continente africano, se constata y verifica el reclamo de estas naciones por
poner fin a la antropología clásica
Por los años ´30 se había asistido a la aparición
de obras de antropología elaboradas por intelectuales africanos. Esto no ocurría
sólo en África, sino también en los países árabes, en la India, en China y en
los países andinos. En estos trabajos, los estudiosos se apropian del
instrumento teórico que los constituía en objeto. Y aparece una modificación
del sentido de estas teorías no sólo en la crítica de algunas tesis sino en el
cuestionamiento al tipo de lenguaje cosificante que en ese entonces usaba el
funcionalismo. Pero no se ve, no se descubre todavía la situación colonial. La asimetría de la situación no es criticada
en tanto tal, sino apropiada, interiorizada por algunos colonizados que
consideran en lo sucesivo a sus compatriotas, los otros indígenas, con una óptica
antropológica.
El antropólogo africano puede defender la
cultura de su país, justificar sus valores y prácticas dominantes, contra las
interpretaciones deformantes y a menudo interesadas del europeo. Es así como
desde 1937, Kenyatta, el futuro jefe de Kenya independiente redacta el primer
estudio antropológico sobre África, escrito por un africano. Presentación
completa de la sociedad Kikuyu, de su sistema económico, cultural y político,
"Au pied du Mont Kenya", proclama que la hechicería no es una
simple superstición, que el gobierno precolonial no era despótico sino democrático,
etc.
Pero se trataba en ese entonces de una impugnación
que operaba dentro del mismo lenguaje de la antropología funcional.
A partir de los años ´50, va a comenzar a
surgir una impugnación de otro tipo.
La voluntad de los africanos de hacer su
propia antropología, combinada con su recusación a la antropología clásica, los
conduce a intentar elaborar una nueva aproximación, en que las culturas del
Tercer Mundo no serían ya percibidas desde un punto de vista redentor, sino en
la significación que se dan ellas mismas y a sí mismas.
Y opondrían a la contemplación distante
"astronómica", "externa", el valor de la larga
familiaridad, de la relación histórica con el objeto estudiado.
"Son los mismos africanos, nacidos y
crecidos en África, quienes conocen mejor que nadie el África de ayer y de hoy,
quienes comprenden más profundamente las voluntades y los deseos de los pueblos
africanos. Así las investigaciones africanas hechas por los sabios africanos
pueden alcanzar más fácilmente la verdad y extraer conclusiones justas"
(Liu Se Mu de China Popular, en Conferencia de Accra, 1963).
El método de esta antropología será una revalorización
de lo vivido, de los valores profundos, es decir, de la cultura nacional tal
como aparece a quienes la construyen y la viven. Una comprensión intuitiva del
sentido del sistema, por los miembros de ese sistema.
El desarrollo de los nuevos acercamientos será
el fruto de tanteos, el resultado de un proceso de "ensayo y error".
Pero no hay que subestimar en todo caso el alcance de las críticas y de las
tentativas del Tercer Mundo para pensarse a sí mismo.
En el ámbito de América Latina, la así llamada
"Nueva Antropología" acompaña a los movimientos
"indianistas" (para diferenciarlo del término "indigenismo" con
el que se designan los programas gubernamentales y las reflexiones científicas
que tienden a incorporar —incorporación que pretende ser hecha a expensas de
sus culturas— a los grupos indígenas a la vida nacional) que tienen por finalidad
el pensarse a sí mismos como sujetos y establecer las condiciones y
posibilidades de luz de un mundo que se descoloniza, es que el africano, el
indio americano (el hombre del Tercer Mundo), es quizás ante todo un campesino,
un pastor, un obrero, un ser social e histórico. Y lo hace frente a estos
mismos grupos que se erigen ellos, ahora, en "diferentes", en procura
de una recuperación de identidad cultural y de derechos.
"Como señaló hace poco un estudioso
indonesio, tradicionalmente los antropólogos han sido euroamericanos que
estudiaban a los no euroamericanos. Hoy existen escuelas de antropología en
India, Japón, México, Filipinas, Sudeste asiático y unos cuantos países
africanos. En estos sitios, los antropólogos-ciudadanos están desarrollando una
nueva rama de la "antropología aplicada". Además, hoy, virtualmente,
todas las monografías tienen que ser leídas por algunos de sus objetos. De
hecho, el país en que se ha llevado a cabo el estudio se está convirtiendo en
el principal mercado de los propios estudios. Esta consecuencia secundaria de
la descolonización es uno de los factores más esperanzadores y olvidados de la
actual situación".
Hacia fines de la década del ´60 se va a
producir en el ambiente académico el reconocimiento público y generalizado de
la situación colonial y la asunción de una postura crítica frente a la misma.
En ese momento se distinguen diferentes
enfoques y perspectivas que emergen más o menos simultáneamente. Podríamos
focalizarlos en tres fuentes principales:
a) La británica, con los artículos
aparecidos en "New Left Review" entre 1968 y 1970, en especial los de
Goddard, Banaji y Anderson;
b) los artículos aparecidos en "Current
Anthropology" en 1968, que recogen las discusiones de un simposio sobre
responsabilidades sociales de la antropología, con contribuciones de Berreman,
Gjessingy Gough y
c) la francesa, representada por el libro de Leclerc:
"Antropología y Colonialismo", de 1972, que es un análisis crítico de
la relación "Antropología-Colonialismo", poniendo especial atención
en la antropología social británica
El tema básico de discusión es la situación
colonial y el rol de la antropología; el foco de atención, en algunos casos, es
el imperialismo británico (Gjessing, Leclerc, Goddard, Banaji, Anderson) y en
otros el neoimperialismo norteamericano (Berreman, Gough) y muy especialmente
en este caso las implicancias que en esos momentos tenían los trabajos antropológicos
al servicio de la Central de Inteligencia Norteamericana sobre Vietnam y
Tailandia. En estos casos se acusa directamente a los que así actuaban de estar
haciendo un trabajo de inteligencia reñido con la ética. Y aquí surge la
discusión de la ulterior utilización de los resultados científicos.
En páginas anteriores señalamos que se incluía
el carácter de utilidad social de nuestra disciplina en las formulaciones
funcionalistas y relativizábamos si esa utilidad había sido alcanzada o no por
la antropología británica. En cambio, esa utilidad es totalmente asumida y
explicitada en la ciencia antropológica norteamericana.
"Es evidente que los antropólogos poseen
conocimientos especiales y determinadas destrezas para ayudar a los gobiernos a
dirigir las tribus primitivas y los habitantes de sus dependencias. En ese
sentido han sido empleados por los gobiernos de Inglaterra, Portugal, España,
Holanda, México, Francia y otros países. La comprensión de las instituciones
nativas es un requisito previo para el éxito de los gobiernos coloniales,
aunque, hasta ahora, los antropólogos se han utilizado más para ejecutar una
política que para formularla. Del gobierno colonial al trabajo sobre problemas
de grupos minoritarios en un estado moderno complejo sólo hay un paso fácil de
dar. Los antropólogos prestaron servicio en el personal del organismo encargado
durante la guerra de distribuir a los norteamericanos japoneses evacuados y
ayudó a la Junta de Trabajos de Guerra y a la oficina de Información de Guerra
a resolver otros problemas minoritarios en el interior de los Estados Unidos.
Durante la guerra se utilizaron los conocimientos
antropológicos para emplear a los trabajadores del territorio ocupado,
para producir alimentos en algunas regiones, ya para conseguir la cooperación de
los nativos a la causa Aliada. Muchos antropólogos ayudaron a instruir a 4.000
oficiales del ejército y a 2.000 oficiales de la armada para que pudieran
ejercer el gobierno militar en los territorios ocupados. Los antropólogos
desempeñaron un papel importante escribiendo la serie de folletos entregados a
los soldados de las Fuerzas Armadas que, desde
el punto de vista de la instrucción, recorrían toda la gama, desde el empleo del
argot australiano hasta la conducta correcta que debía observarse con las
mujeres en el mundo musulmán. Ayudaron a descubrir la mejor manera para inducir
a los prisioneros japoneses, italianos y alemanes a rendirse, y fomentaron la
continuación de la resistencia en los países ocupados por nuestros enemigos.
En los Estados Unidos los antropólogos
trabajaron en su especialidad en los servicios de Inteligencia Militar, en el Departamento.
de Estado, en la Oficina de Servicios Estratégicos, en la Junta de Economía de
Guerra, en los Servicios de Bombardeo Estratégico, en el Gobierno Militar, en
la organización de Servicios Colectivos, en la Oficina de Información de
Guerra, en la Oficina Federal de Investigación, y en otros muchos organismos oficiales.
En parte, trabajaron en investigaciones aisladas. Había que preparar un manual
pava los soldados de servicio en Eritrea. Había que revisar un libro de frases
militares en el inglés chapurreado que emplean los chinos. Una persona que podía
entenderse bien con los indios salvajes del Ecuador fue el elemento más
importante de una expedición en busca de nuevas fuentes de abastecimiento de
quinina. ¿Cuáles eran las formas características de tatuaje en la región de Casablanca? ¿Quién había estado en Bora Bora, en las Islas de la Sociedad? Se
preparó un manual sobre "Emergencias en la selva y en el desierto"
para ayudar a los aviadores perdidos a reconocer y preparar alimentos
comestibles. Se aconsejó sobre la manera como debían diseñarse la ropa y el
equipo para el ártico y los trópicos. Las tareas encomendadas variaron entre la
selección de los reclutas indios que conocían imperfectamente el inglés y la
preparación de un memorándum sobre "cómo reconocer los pescados en mal
estado" (que fue clasificado enseguida por el Ejército como
"confidencial"). Se prepararon materiales de educación visual con el
fin de ayudar a instruir al personal destinado a realizar trabajos secretos en
el extranjero y los antropólogos pronunciaron conferencias en muchos cursos de
orientación”.
Estos acontecimientos que señala Kluckhohn con
toda naturalidad fueron motivo de grandes deliberaciones. El debate sobre la
utilización de los resultados científicos se desarrolla en dos niveles, el político
y el académico.
En el plano político se discute sobre todo el
rol del antropólogo y su nivel de compromiso con la realidad social, en tanto
que en el plano académico lo que se dirime es la objetividad de las ciencias sociales
y los alcances del nivel ideológico—valorativo.
Entre nosotros, aparece en 1970 un libro, que
recoge la opinión de antropólogos y sociólogos sobre el papel de la ideología
en la producción del conocimiento científico y el vínculo entre las ciencias
sociales y el compromiso político. Que viene a ser la respuesta que las
Ciencias Sociales locales dan ante el impacto que supuso en el ambiente académico
la aparición del trabajo de Horowitz sobre el Proyecto Camelot, proyecto de
relevamiento de información de temas políticos
en el área de América Latina Y desde entonces, la preocupación por los
determinantes ideológicos ha quedado incorporada de manera generalizada a la
reflexión científica en nuestro medio.
Hasta aquí hemos visto el hecho histórico concreto
de la descolonización y cómo a partir de este hecho se modifica el pensamiento
antropológico; el descubrimiento temprano de la situación colonial por algunos
científicos; la apropiación del modelo antropológico por "los otros",
por los propios objetos que analiza el modelo; la generalización del
descubrimiento de la situación colonial en el plano científico y ligado a esto último
la reacción de la comunidad científica ante el problema de los usos de la
ciencia; el rol del antropólogo como científico social y su compromiso moral
y/o político.
Todas estas fueron expresiones diferentes del
modelo clásico que de una u otra manera se apartan de él y comienzan a ejercer
una reflexión crítica con respecto al mismo. Esta crítica fue incluida por
nosotros cuando tratamos cada una de las distintas variables del modelo.
¿Cómo podríamos ahora sintetizar en qué ha
quedado transformada la mira antropológica después de todos estos
acontecimientos?
Procedamos por partes.
¿Se ha ejercido en la Antropología una transformación
en el recorte del campo de estudio y en la manera científica de abordarlo?
Pensamos que sí, pero que no se sigue una sola
perspectiva.
Después de la crisis que supuso la
descolonización, el reconocimiento de la situación colonial, y la propia implicancia
del antropólogo, se encuentran diversas expresiones que van desde continuar con
el modelo anterior sobre un objeto semejante al tradicional hasta cuestionar la
validez y legitimidad del conocimiento antropológico.
Las situaciones posibles son las siguientes:
a) Concentrarse en el puñado de cazadores y
recolectores que todavía se las arreglan para mantener algún tipo de existencia
independiente. Estos pueblos sufren abusos, enfermedades, brutalidades políticas,
explotación, virtual genocidio. Se conserva, en este caso, el recorte
tradicional de la realidad: los "pueblos primitivos". Ésta no
es una respuesta para el conjunto de la disciplina.
b) Otra reacción ha sido la de admitir que la
realidad existente, las sociedades particulares, o los sectores de esas
sociedades, están determinados por la política estatal centralizada y por la
economía internacional.
Recuperan como rasgo más fructífero del modelo
su forma de aproximación totalizadora, definida críticamente como lo hiciéramos
cuando tratamos esta variable, dejando de lado "la falsa o ilusoria
totalidad".
Una parte de este grupo considera no realista,
impracticable, el intentar hacer análisis holísticos de las unidades sociales
contemporáneas de gran escala como la nación-Estado. Y han tratado de definir
unidades de investigación y análisis que se hallen a mitad de camino entre la
pequeña aldea y la nación-Estado.
Estas unidades pueden ser manejadas por muchas
de las técnicas antropológicas tradicionales y al mismo tiempo pueden servir
para dar cuenta de los vínculos entre los niveles locales, regionales y
nacionales de la sociedad.
c) Algunos decidieron hacer una pausa en
"el trabajo de campo" y prosiguieron el desarrollo teórico.
Consideramos que esta postura es posible sólo transitoriamente, ya que una
ciencia necesita de sus datos, de su referente empírico para elaborar su teoría.
d) Otros, como por ejemplo K. Little, se han
consagrado a investigaciones acerca de enclaves raciales, étnicos, religiosos,
situados dentro de sociedades más amplias, dentro de las cuales se diferencian
o no en algunas de sus identificaciones. ("Negroes in Britain",
Londres, 1948). "La profundización en la noción de etnia obliga a
reservar este término a un nivel particular de la vida social, el de la
conciencia de sí mismo, como colectividad en un cierto tipo de sociedades".
Esta profundización ha sido esencialmente el elemento primordial de la
antropología Soviética, especialmente orientada hacia la resolución de los
problemas teóricos y políticos de las nacionalidades y de las diversidades étnicas.
e) La antropología ha abordado también el
estudio de las sociedades modernas, y en algunos casos el de las empresas
industriales Existen, en este caso, trabajos precursores: el de Lynd, relativo
a "Middletown" (1929), el de Warner y colaboradores, en sus análisis
del sistema de clases sociales en "Yankee City" (1941),
trabajos que se han esforzado en combinar técnicas sociológicas y antropológicas.
Y esto es lo que se verifica en las investigaciones
más recientes, el beneficio de los aportes conceptuales y metodológicos de las
ciencias sociales.
Toda las ciencias sociales se están haciendo
menos diferenciadas y especializadas en sus metodologías, más interdependientes
en la investigación, en el análisis y en la aplicación, desplazándose
colectivamente hacia un nuevo tipo de holismo. Las realidades de un mundo que
se uniformiza, de una decadencia en cuanto a variedad cultural y a autonomía de
las unidades sociales llevan a todas las ciencias sociales a apoyarse unas en
otras, a utilizar las formas de penetración, las técnicas y los datos de las
otras como la mejor manera de tratar los temas y problemas que son preocupación
común de todas las disciplinas.
Habríamos señalado hasta aquí algunos, tal vez
los más frecuentes recortes de campos de estudio.
Las conceptualizaciones, las maneras de pensar
estos recortes también se han transformado.
Dentro de la nueva manera de pensar antropológica,
se incluye la reintroducción de las sociedades del "Tercer Mundo" en
la historia; en estas condiciones el papel de la antropología actual es el de
contribuir a la reestructuración del saber antropológico que queda centrado en
el estudio de las "diferencias históricas" entre las sociedades
humanas, y la problemática de dichas sociedades.
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