# LEWIS H. MORGAN / PERÍODOS ÉTNICOS.


PERÍODOS ÉTNICOS

Las últimas investigaciones sobre el origen de la raza humana vienen a demostrar que el hombre empieza su vida al pie de la escala labrando su ascenso, del sal­vajismo a la civilización, mediante los lentos acopios de la ciencia experimental
Del mismo modo que es indudable que cierto nú­mero de familias humanas han existido en estado sal­vaje, otras en estado de barbarie y aun algunas en estado de civilización, de igual forma parece que estas tres con­diciones diferentes se entrelazan debido a una sucesión tan natural como imprescindible de progreso.
Asimismo, esta sucesión ha sido históricamente cierta en la tota­lidad de la familia humana hasta la meta lograda por cada rama res­pectivamente, surgiendo como viable ante las circunstancias en las que se origina todo progreso y la conocida evolución de algunas ra­mas de familia con dos o más de tales circunstancias.
Posteriormente se presentará la evidente rusticidad de la condición primitiva del hombre, de la gradual evolución de sus facultades morales y mentales, me­diante la experiencia y de su prolongada pugna con los elementos que le impedían el paso al camino de la civili­zación. Basados, en parte, por la continua sucesión de invenciones y descubrimientos; pero, sobre todo, en las instituciones domésticas que muestran el desarrollo de ideas y pasiones.
Recomponiendo las diversas trayectorias del pro­greso hacia las edades primitivas del hombre, esperando una de otra según el orden de aparición de los inventos y hallazgos por un lado, e instituciones por otro, compren­demos que aquellos mantienen entre sí un vínculo pro­gresivo y éstos una relación de desenvolvimiento. Mientras los inventos y descubrimientos han estado uni­dos a una forma más o menos directa e inmediata, las instituciones se han desarrollado sobre el fundamento de unos principios primarios del pensamiento.
Las modernas instituciones surgen en el período de barbarie, cuyo germen se hereda del anterior período llamado de salvajismo. Su ge­nealogía se hace a través de las edades con las corrientes de la sangre, así como un desenvolvimiento lógico
 Por esto, dos líneas independientes de investiga­ción captan nuestra atención. Una nos lleva a través de los inventos y descubrimientos y la otra a través de las instituciones primitivas. Con los conocimientos así lo­grados, podemos confiar en señalar las etapas principa­les del desarrollo humano. Las pruebas que se presenta­rán serán tomadas especialmente de instituciones do­mésticas; las referencias a conquistas más estrictamente intelectuales serán tanto generales como subordinadas.
Los hechos indican la formación gradual y el desa­rrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspira­ciones. Aquellos que ocupan las posiciones más promi­nentes, caben generalizarse como crecimientos de ideas particulares, con los que se unen íntimamente.

Aparte de las invenciones y descubrimientos, los hechos son:


1.
Subsistencia
4.
Familia
2.
Gobierno
5.
Religión
    3.    
Lenguaje
   6.   
Vida de hogar y   arquitectura

     7.     
Propiedad


 1. La subsistencia ha sido acrecentada y perfec­cionada mediante una serie sucesiva de artes, introduci­das con largos intervalos de tiempo y tratadas más o me­nos directamente con invenciones y descubrimientos.

 2. En el estadio del salvajismo los gérmenes del gobierno deben ser buscados en la organización de gen­tes, siguiendolos en las formas progresivas de constitu­ción, hasta la constitución de la sociedad política.

 3. El lenguaje humano se fue perfeccionando de las formas más toscas y sencillas de la expresión. Como lo indica Lucrecio, el lenguaje de los gestos y señas, debe haber precedido al lenguaje articulado, así como el pensamiento precedió a la palabra. El lenguaje monosi­lábico presidió al silábico, así como éste precedió al de las palabras concretas. La inteligencia humana, sin con­ciencia de designio, desarrolló el lenguaje articulado mediante la utilización de sonidos vocales. Esta impor­tante materia de estudio no cabe dentro del límite de la presente investigación.

  4. Referente a la familia, las etapas de la evolu­ción están comprendidas en sistemas de consanguinidad y afinidad, y en costumbres relativas al matrimonio me­diante las cuales, colectivamente, se puede seguir el ras­tro definido de la familia a través de varias formas suce­sivas.

  5. El desarrollo de la idea religiosa se halla ro­deado de tales dificultades intrínsecas que no es posible obtener una explicación completamente satisfactoria. La religión se enlaza tanto con la naturaleza imaginativa y emotiva, y por consiguiente, con elementos tan insegu­ros de conocimiento, que todas las religiones primitivas son grotescas y hasta cierto punto ininteligibles. Tam­bién esta materia sale del plan de la presente obra, salvo en las sugerencias incidentales.

 6. La arquitectura de la vivienda, que se une con la forma de la familia y el plan de la vida doméstica, ofrece una ilustración medianamente completa del pro­greso desde el salvajismo hasta la civilización. Su pro­greso se desarrolla desde la choza del salvaje, a través de las viviendas comunales de los bárbaros, Hasta la casa individual de los pueblos civilizados. Este tema se tra­tará someramente.

 7. La idea de la propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano, permaneciendo latente durante períodos inmensos de tiempo. Realizándose en el salva­jismo, necesitó toda la experiencia de este período y del subsiguiente de barbarie para que el cerebro humano tomara conciencia de su influencia de controlar. Su go­bierno señala el comienzo de la civilización.
Condujo al hombre no sólo a defenderse  de la barbarie, sino también a establecer la sociedad política sobre la base de territorio y de propiedad. El conoci­miento crítico de la evolución de la idea de propiedad abarca, en cierto modo, la parte más notable de la histo­ria mental del hombre. Mi propósito es presentar algunas pruebas del progreso humano a lo largo de estas diversas líneas y a través de períodos étnicos sucesivos, según se halla revelado por invenciones y descubrimientos y por el crecimiento de las ideas de gobierno, de familia y de propiedad.

Como premisa puede establecerse que toda forma de gobierno encuadra en dos planes generales, em­pleando el vocablo "plan" en su sentido científico. En sus bases, los dos son fundamentalmente distintos. El primero, en el orden cronológico, se funda sobre perso­nas y sobre relaciones puramente personales, y se puede distinguir como una sociedad (societas). La gens es la unidad de esta organización, dando, como sucesivas eta­pas de integración, en el período arcaico, además, la fratría, la tribu y la confederación de tribus, las que constituirían un pueblo o nación (populus). En un pe­ríodo posterior, la unión de tribus en un mismo territo­rio, ya como nación, reemplazó a la confederación de tribus que ocupaban áreas independientes. Tal fue la or­ganización sustancialmente universal de la sociedad an­tigua, a través de largos siglos, después de la aparición de las gens; y se mantuvo entre los griegos y los roma­nos después de recibir la civilización. El segundo, se funda sobre el territorio y la propiedad y puede ser con­siderado como un estado (civitas).
La villa o barrio circunscrito por mojones, con las propiedades que contiene, es la base o unidad de la úl­tima, y la sociedad política es el resultado. La sociedad política está organizada sobre áreas te­rritoriales y se ocupa tanto de la propiedad como de las personas, me­diante relaciones territoriales. Las etapas sucesivas de integración son la villa o barrio, que es la unidad de or­ganización; el departa­mento o provincia, que es la reu­nión de villas o barrios, y el dominio o territorio nacio­nal, que es la reunión o incorporación de departa­mentos o provincias, el pueblo de cada uno de los cuales está orga­nizado en un cuerpo político. Los griegos y romanos tuvieron que esforzarse hasta el limite de sus respectivas capacidades, después que hubieron alcanzado la civiliza­ción para inventar la villa y el barrio o cuartel de la ciu­dad e inaugurar así un segundo plan de gobierno, que perdura entre las naciones civilizadas hasta el día de hoy. En la so­ciedad antigua este plan territorial era des­conocido. Cuando sobre­vino, quedó fijada la línea de demarcación entre la sociedad antigua y la moderna, distinción que se reconocerá en estas páginas.

Se hace notar que las distintas etapas de este pro­greso se hallan bien conservadas, teniendo como modelo las instituciones domésti­cas de los bárbaros y aun de los antepasados salvajes del hombre, apoyándose en la or­ganización de la sociedad sobre la base del sexo, luego sobre la del parentesco y, finalmente, sobre la del territo­rio, en las formas sucesivas del matrimonio y de la fa­milia; creando así sistemas de consanguinidad, a través de la vida doméstica y de la arquitectura y a través de progresos en las prácticas referentes a la propiedad y a la herencia de la misma.

La tesis de la degradación del género humano, para explicar la existencia de salvajes y bárbaros, ya no es sostenible. Apareció como corolario de la cosmogonía mosaica y fue admitida en razón de una supuesta necesi­dad que no existe ya. Como teoría no solamente es insu­ficiente para explicar la existencia de salvajes, sino que también carece de base en los hechos de la experiencia humana.
Se presume que los antepasados remotos de las naciones arias ­pasaron por una experiencia semejante a la de tribus bárbaras o sal­vajes del tiempo actual. A pe­sar de que la experiencia de estas na­ciones encierra toda la información necesaria para ilustrar los perío­dos de la civilización, tanto antigua como moderna, su conoci­miento anterior debe deducirse, sobre todo, de la visible vinculación entre los elementos de sus instituciones existentes e invenciones y de los elementos similares que todavía se conservan en las de tribus salvajes y bár­baras.

Se puede observar, finalmente, que la experiencia del género humano ­ha sido casi uniforme; que las nece­sidades humanas bajo condiciones similares han sido esencialmente las mismas, y que las evo­luciones del principio mental han sido uniformes en virtud de la iden­tidad específica del cerebro en todas las razas humanas. Esta, sin embargo, es sólo una parte de la explicación de la uniformidad de los resultados.
Los gérmenes de las instituciones principales y artes de la vida se desarrollaron mientras el hombre era aun salvaje. En gran parte, la experiencia de los períodos subsiguientes de barbarie y de civi­lización, han sido alte­rados con el mayor desenvolvimiento de estos conceptos primitivos. 
Dondequiera que se pueda distinguir una vinculación, en continentes diferentes, entre una institu­ción presente y un germen universal, queda implícita la derivación de los pueblos mismos de un tronco origina­rio común.  
                                                          
La dilucidación de estas diversas categorías de he­chos será faci­litada por la fijación de cierto número de períodos étnicos, cada uno representativo de una distinta condición de sociedad y distinguible por un modo de vida peculiar. Los términos “Edad de Piedra", de “Bronce" y de “Hierro”, introducidos por arqueólogos daneses, han sido sumamente útiles para ciertos propó­sitos, y seguirán siéndolo para la clasificación de objetos de arte antiguo, pero el progreso del saber ha impuesto la necesidad de otras subdivisiones diferentes. los objetos de piedra no quedaron del todo arrumbados con la intro­duc­ción de herramientas de hierro, ni con las de bronce. La invención del procedimiento de fundir el hierro mine­ral creó un periodo étnico, pero difícilmente podríamos fijar otro de la producción del bronce.
Además, como el período de los implementos de piedra se prolonga sobre los del bronce y del hierro, y desde que el del bronce también se prolonga sobre el del hierro, no son susceptibles de una separación que dejara a uno y otro independiente y distinto. Es probable que las sucesivas artes de subsistencia hayan influido sobre la condición del hombre y sean las que en última instan­cia ofrezcan bases más satisfactorias para estas divisio­nes.
La investigación no ha progresado lo suficiente en este sentido para proporcionar los datos necesarios. Con los actuales conocimien­tos, los resultados principales pueden ser obtenidos mediante la selección de invencio­nes o descubrimientos paralelos, que suministren sufi­cientes comprobaciones de progreso, como para definir el comien­zo de sucesivos períodos étnicos. Aun cuando sean aceptados sola­mente como probables, estos perío­dos serán convenientes y útiles. Se verá que cada uno de los que van a ser indicados abarca una cultu­ra distinta y representa un modo particular de vida.
El período del salvajismo, todavía poco conocido, puede ser dividido provisionalmente en tres subperíodos. Éstos podrán ser designados, respectivamente, el infe­rior, el medio y el superior, y la condición de la socie­dad en cada uno, respectivamente, puede distinguirse como el estadio inferior, medio y superior del salva­jismo.
De igual manera, el período de la barbarie se di­vide, naturalmente, en tres subperíodos que se llaman  respectivamente, inferior, medio y superior; y la condi­ción de la sociedad en cada uno se distinguirá como el estadio inferior, medio y superior de la barbarie.
Es difícil, sino imposible, usar comprobaciones de progreso que señalen el comienzo de estos diversos pe­ríodos. Tampoco es necesario, para los fines que se tiene en vista, que no existan excepciones. Bastará que las tri­bus principales del género humano puedan ser cla­sifica­das, según los grados de sus relativos progresos, en con­diciones que puedan reconocerse como distintas.
                    
I EsTADIO inferior DEL salvajismo              

Este periodo comenzó con la infancia del hombre y puede darse por terminado con la adquisición de una subsistencia a base de pes­cado y el conocimiento del uso del fuego. El hombre vivía entonces en su morada origi­naria y restringida y subsistía de frutas y raíces. Corres­ponde a este periodo el comienzo de la palabra articu­lada. No hay ejemplos de tribus de la humanidad en es­tas condiciones que hayan llegado hasta el período histó­rico.

 II EsTADIO medio DEL salvajismo

Comenzó con la adquisición de una subsistencia a base de pescado y el conocimiento del uso del fuego, y terminó con la invención del arco y flecha. Mientras perduraba en esta condición, el hombre se diseminó desde su morada originaria por la mayor parte de la tie­rra. De las tribus que todavía existen, colocaré en el es­tadio medio del salvajismo, por ejemplo, a los australia­nos y la mayor parte de los polinesios, al tiempo de ser descubiertos. Será suficiente con presentar uno o más ejemplos de cada estadio.

III EsTADIO superior DEL salvajismo
                           
    Comenzó con la invención del arco y la flecha y terminó con la invención del arte de la alfarería. Coloco en el estadio superior del salvajismo a las tribus Atha­bascan, del territorio de la bahía de Hudson, las tribus del valle de Columbia y ciertas tribus de la costa de América del Norte y del Sur, pero con relación a la época de su des­cubrimiento. Este estadio clausura el pe­ríodo del salvajismo.


IV EsTADIO inferior DE La  barbarie

La invención o práctica del arte de la alfarería, considerando to­das las conquistas, es posiblemente la prueba más efectiva y convincente que puede elegirse para fijar una línea de demarcación. nece­sariamente ar­bitraria, entre el salvajismo y la barbarie. Desde tiempo atrás se ha reconocido la distinción entre las dos condi­ciones pero hasta ahora no se ha propuesto ninguna con­quista de progreso que señalara el paso del primero al segundo. Así pues todas aquellas tribus que nunca al­canzaron» el arte de la alfarería serán clasificadas como salvajes, y las que conquistaron este arte, pero que nunca llegaron a tener un alfabeto fonético y a poseer el arte de la escritura, serán clasificadas como bárbaras
El primer subperíodo de la barbarie comenzó con la alfarería, ya sea por invención original o bien por adopción. Al tratar de fijar su término y el comienzo del estadio medio, se tropieza con la dificultad de las dota­ciones desiguales de los dos hemisferios que comenza­ron a influir sobre los destinos humanos después que hubo pasado el período del salvajismo. Puede solucio­narse entretanto, mediante el empleo de equivalentes. Para el hemisferio oriental, la domesticación de anima­les, y para el occidental, el cultivo del maíz y plantas mediante el riego, juntamente con el uso de adobe o pie­dra en la construcción de casas, han sido elegidos como testimonios suficientes de progreso para jalonar la tran­sición del estadio medio al superior de la barbarie.
Sitúo, por ejemplo, en el estadio inferior a las tri­bus indias de los Estados Unidos, al este del río Missouri, y aquellas tribus de Europa y Asia que practi­caban el arte de la alfarería, pero sin poseer anima­les domésticos.                       

V EsTADIO medio DE La  barbarie           

Comenzó, en el hemisferio oriental, con la domes­ticación de animales, y en el occidental, con el cultivo a base de riego y con el empleo del adobe y de la piedra en la arquitectura como se ha dicho anteriormente. Su tér­mino puede fijarse en la invención del procedimiento de fundir el hierro mineral
Se pueden situar en el estadio medio, por ejemplo, tribus de Nuevo Méjico, Méjico, Centroamérica y Perú y aquellas tribus del hemisferio oriental que poseyeron animales domésticos, pero sin conocer el hierro. Los an­tiguos bretones, aunque familiarizados con el empleo del hierro, lógicamente forman parte de esta clasificación.
La vecindad de tribus continentales más avanza­das, habla hecho progresar entre ellos las artes de la vida mucho más allá del estado de desarrollo de sus institu­ciones domésticas.     
                       .
Vi EsTADIO SUPERIOR DE LA BARBARIE

Comenzó con el trabajo del hierro y terminó con la invención de un alfabeto fonético y el uso de la escritura en la composición literaria. Aquí comienza la civiliza­ción. Fijo en el estadio superior, por ejemplo, a las tribus griegas de la Edad de Homero, a las tribus ita­lianas, poco antes de la fundación de Roma, y a las tribus ger­máni­cas de la época de César.

Vii EsTADIO DE La  civilización

Comenzó, como ya se ha dicho, con el uso de un alfabeto fonéti­co y la producción de registros literarios y se divide en antiguo y moderno. Puede ser admitida como equivalente la escritura jeroglífi­ca en piedra.           

Cada uno de estos períodos posee una cultura dis­tinta y exhibe modos de vida más o menos especiales y peculiares. Esta especiali­zación de períodos étnicos hace posible tratar una sociedad en par­ticular, según su condi­ción de relativo adelanto, y hacerla materia de investiga­ción o de dilucidación independiente. El hecho de que distintas tribus y naciones en un mismo continente, y aun de una misma familia lingüística se hallasen en con­diciones diferentes aun mismo tiempo no afecta el re­sultado principal, ya que para nuestro propó­sito a condi­ción de cada uno es el hecho principal, siendo el tiempo secundario.      
Y como el uso de la alfarería es menos significa­tivo que el em­pleo de animales domésticos, del hierro o de un alfabeto fonético, para señalar el comienzo de pe­ríodos étnicos subsiguientes deben exponerse las razones de su adopción.
  La alfarería presupone vida de pueblo, y un pro­greso considera­ble en las artes sencillas. Los imple­mentos de pedernal o de piedra son más antiguos que la alfarería, puesto que en numerosos casos han sido halla­dos depósitos antiguos de aquéllos acompañados de restos de ésta. Debe haber sobrevenido una sucesión de invencio­nes de mayor apremio, y adaptadas a un nivel más bajo, antes de hacerse sentir la necesidad de la alfa­rería.   

Morgan, Lewis H.   
Ancient Society. 1877.

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