& LOS GRUPOS ÉTNICOS Y SUS FRONTERAS / FREDRIK BARTH
INTRODUCCIÓN
ESTE conjunto de ensayos se ocupa de los problemas de los grupos
étnicos y su persistencia. Aunque poco estudiado, es éste un tema de gran
importancia para la antropología social. Prácticamente, todo el razonamiento
antropológico se funda en la premisa de que la variación cultural es
discontinua: existen agregados de individuos, por un lado, que comparten
esencialmente una cultura común y, por otro, diferencias conectadas entre sí
que distinguen a esta cultura discreta de todas las demás. Puesto que la
cultura no es sino una forma de describir la conducta humana, se podría
concluir que existen grupos discretos de individuos, es decir, unidades étnicas
correspondientes a cada cultura. Tanto las diferencias entre las culturas como
sus límites y conexiones históricos han recibido atención suficiente; por el
contrario, la constitución de los grupos étnicos y la naturaleza de los límites
entre éstos no han sido investigados en la forma correspondiente. Hasta ahora,
los antropólogos sociales han evitado estos problemas al utilizar un concepto
demasiado abstracto de "sociedad"
para representar aquel sistema social dentro del cual deben ser analizados
unidades y grupos concretos más pequeños. Por tal motivo, quedan sin examinar
las características y los límites empíricos de los grupos étnicos, así́ como
los importantes problemas teóricos que suscita una investigación semejante.
Aunque ya nadie sostiene la hipótesis ingenua según la cual cada
tribu y cada pueblo ha logrado conservar su cultura mediante un belicoso desdén
de sus vecinos, subsiste todavía la opinión simplista que considera al
aislamiento geográfico y al aislamiento social como los factores críticos en la
conservación de la diversidad cultural. Una investigación empírica del carácter
de los limites étnicos, como la que se encuentra documentada en los siguientes
ensayos, produce dos descubrimientos que, aun cuando no del todo inesperados,
demuestran lo deficiente de tal opinión.
Primero, es evidente que los límites persisten a pesar del
tránsito de personal a través de ellos. En otras palabras, las distinciones
étnicas categoriales no dependen de una ausencia de movilidad, contacto o
información; antes bien, implican procesos sociales de exclusión e
incorporación por los cuales son conservadas categorías discretas a
pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso de las
historias individuales.
En segundo lugar, queda demostrado que ciertas relaciones sociales
estables, persistentes, y a menudo importantes, se mantienen por encima de
tales límites y, con frecuencia, están basadas precisamente en los status étnicos
en dicotomía. En otras palabras, las distinciones étnicas no dependen de una
ausencia de interacción y aceptación sociales; por el contrario, generalmente
son el fundamento mismo sobre el cual están construidos los sistemas sociales
que las contienen. En un sistema social semejante, la interacción no conduce a
su liquidación como consecuencia del cambio y la aculturación; las diferencias
culturales pueden persistir a pesar del contacto interétnico y de la
interdependencia.
PLANTEAMIENTO GENERAL
Evidentemente, estamos frente a un campo importante que necesita
ser nuevamente examinado. Lo que se requiere es un método que combine lo
teórico y lo empírico: necesitamos investigar detenidamente los hechos
empíricos de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos
empíricos con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible
que nos permita, al mismo tiempo, explorar sus implicaciones. En los ensayos
siguientes, cada autor ha escogido un caso con el cual está íntimamente
familiarizado en su propia investigación de campo y al que trata de aplicar un
conjunto común de conceptos para su análisis. La principal divergencia
teorética consta de varias partes relacionadas entre si. En primer lugar,
hacemos particular hincapié en el hecho de que los grupos étnicos son
categorías de adscripción e identificación que son utilizadas por los actores
mismos y tienen, por tanto, la característica de organizar interacción entre
los individuos. Intentamos relacionar otras características de los grupos
étnicos a este aspecto fundamental.
En segundo término, todos los ensayos aplican un punto de vista
generativo al análisis; en lugar de trabajar por medio de una tipología de las
formas de los grupos étnicos Y sus relaciones, nos proponemos explorar los
diferentes procesos que al parecer participan en la generación y conservación
de los grupos étnicos. En tercer y último lugar, para observar estos procesos,
desviamos el foco de la investigación de la constitución interna y de la
historia de los grupos étnicos para centrarlo en los límites étnicos y su
persistencia. Cada uno de estos puntos requiere de cierta elaboración.
DEFINICIÓN DEL GRUPO ÉTNICO
El término grupo étnico es utilizado generalmente
en la literatura antropológica (por ej., Narroll, 1964) para designar una
comunidad que:
1) en gran medida se autoperpetúa biológicamente,
2) comparte valores culturales fundamentales realizados con unidad
manifiesta en formas culturales,
3) integra un campo de comunicación e interacción y
4)
cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son
identificados por otros y que constituyen
una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden.
Esta definición de tipo ideal no está muy alejada en contenido de
la proposición tradicional que afirma que una
raza = una cultura = un lenguaje, y que una
sociedad = una unidad que rechaza o discrimina a otras. No obstante, en
forma modificada resulta suficientemente adecuada a muchas situaciones
empíricas etnográficas, por lo que su significado continúa siendo útil a los
propósitos de muchos antropólogos. Mi objeción no está dirigida
fundamentalmente a la sustancia de estas características, aunque, como habré de
demostrar, mucho ganaríamos con cierto cambio de énfasis; mi principal objeción
es que tal formulación nos impide comprender el fenómeno de los grupos étnicos y
su lugar en las sociedades humanas. Y esto se debe a que incurre en una
petición de todos pues cuando se propone aportar un modelo típico ideal de una
forma empírica recurrente, ya está presuponiendo una opinión preconcebida de
cuáles son los factores significativos en la génesis, estructura y función de
estos grupos.
A un nivel más crítico, nos permite suponer que la persistencia de
límites es problemática y que está originada en el aislamiento que implican las
características antes enumeradas: diferencia racial, diferencia cultural,
separatismo social, barreras de lenguaje, enemistad organizada o espontánea. De
igual modo se reduce el número de factores que utilizamos para explicar la
diversidad cultural: se nos induce a imaginar a cada grupo desarrollando su
forma social y cultural en relativo aislamiento y respondiendo, principalmente,
a factores locales, en. el curso de una historia de adaptación fundada en la
invención y la adopción selectiva. Según ello, esta historia ha producido un
mundo de pueblos separados con sus respectivas culturas y organizados en una
sociedad que, legítimamente, puede ser aislada para su descripción como si
fuese una isla.
LOS GRUPOS ÉTNICOS COMO PORTADORES DE CULTURA
En lugar de discutir lo apropiado de esta versión de la historia,
adecuada quizá sólo para las islas pelágicas, examinaremos algunas de las
fallas de lógica de este punto de vista. De las características al hecho de
compartir una cultura común le es atribuida generalmente una importancia
central. En mi opinión, mucho se ganaría si se considerase este rasgo tan
importante más bien como una implicación o un resultado que como una
característica primaria y definitiva de la organización del grupo étnico. Si se
insiste en considerar al aspecto de portadores de cultura de los grupos étnicos
como característica primaria, nos tendremos que enfrentar a consecuencias de
muy amplio alcance. Se propendería a identificar y distinguir a los grupos
étnicos por las características morfológicas de las culturas de que son
portadores. Esto implica un punto de vista prejuiciado de
1) la naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades
y
2) del "locus" de los factores que determinan la forma
de las unidades.
1) Hecho el hincapié en el aspecto de portadores de cultura, la
clasificación de los individuos y los grupos locales como miembros de un grupo
étnico dependerá del grado en que muestren rasgos particulares de esa cultura.
Esto puede juzgarse objetivamente en la actitud del investigador etnográfico
que, siguiendo la tradición que vincula región con cultura, no toma en
consideración las categorías y los prejuicios de los actores. Las diferencias
entre los grupos se convierten en simples diferencias en el inventario de
rasgos; la atención se concentra en el análisis de las culturas y no en la
organización étnica. Posteriormente, la relación dinámica entre los grupos será
descrita en estudios de aculturación de la clase, que cada día despierta menos
interés en la antropología, aunque sus deficiencias teóricas jamás hayan sido
discutidas seriamente. Puesto que la procedencia de cada ensamble de rasgos
culturales es diferente, este punto de vista da lugar a una
"etnohistoria" que hace la crónica del acrecentamiento y del cambio
culturales e intenta explicar la adopción de ciertos aspectos. No obstante,
¿cuál es la unidad cuya continuidad es descrita en estos estudios?
Paradójicamente, deberá incluir culturas del pasado que, obviamente, deberían
estar excluidas en el presente debido a sus diferencias de forma, diferencias,
principalmente, que son diagnósticas para la diferenciación sincrónica de las unidades
étnicas. Ciertamente, la interconexión entre "grupo étnico" y
"cultura" no se aclara en modo alguno mediante esta confusión.
2) Las formas culturales manifiestas que pueden ser clasificadas
como rasgos culturales exhiben los efectos de la ecología. Con esto no me
refiero al hecho de que reflejan una historia de adaptación al medio; de modo
más inmediato, reflejan también las circunstancias externas a las cuales se
debieron adaptar los actores mismos. Con toda seguridad, un mismo grupo de
individuos, con sus mismas ideas y valores, puestos frente a las diferentes
oportunidades ofrecidas por un diferente medio, se verían obligados a adoptar
diferentes patrones de existencia y a institucionalizar diferentes formas de
conducta. Por lo mismo, no nos deba sorprender que un grupo étnico, diseminado
en un territorio con circunstancias ecológicas variables, muestre variantes
regionales de una conducta manifiesta institucionalizada, que no reflejan, sin
embargo, diferencias en su orientación cultural. Entonces, ¿cómo podría ser
clasificado si estas manifiestas formas institucionalizadas son diagnósticas?
Un caso pertinente es la distribución y diversidad de los sistemas sociales
locales de los pathanes, discutidos más adelante (pp. 152 ss.). Según
los valores básicos de los pathanes, para los pathanes del sur, que habitan las
zonas montañosas y están organizados homogéneamente según patrones de linaje,
la conducta de los pathanes de Swat es tan diferente y reprochable según sus
propios valores, que terminan por considerar a sus hermanos del norte como "ya
no pathanes". En efecto, según criterios "objetivos", su patrón
manifiesto de organización está más de los punjabs. Pero a mí me fue posible,
una vez que hube explicado las circunstancias del norte, lograr que los
pathanes del sur aceptaran que también aquéllos eran pathanes y admitieran,
aunque a regañadientes, que en tales circunstancias ellos mismos actuarían de
la misma manera. Por tanto, es un error considerar las formas institucionales
manifiestas como constitutivas de los rasgos culturales que en un momento dado
distinguen a un grupo étnico: estas formas manifiestas están determinadas tanto
por la ecología como por la cultura trasmitida. Tampoco se puede alegar que
cada una de estas diversificaciones en el interior de un grupo representa un
primer paso en dirección de una subdivisión y una multiplicación de las
unidades. Contamos con casos documentados, demasiado conocidos, de grupos
étnicos que, aun cuando también se encuentran a un nivel relativamente simple
de organización económica y ocupan varios y diferentes nichos ecológicos, han
podido conservar, no obstante, una unidad básica étnica y cultural, durante
largos períodos (ef., por ej., los chuckchee del interior y de
la costa (Bogaras, 1904-9); los lapones, tanto los pastores de renos como los
que habitan los ríos y la costa. (Gjessing, 1954).
En uno de los siguientes ensayos (pp. 96 ss.), Blom
discute convincentemente este punto con referencia a los granjeros que habitan
las montañas de la Noruega central. Muestra cómo su participación y autoevaluación
según los valores generales noruegos les asegura continua pertenencia al grupo
étnico mayoritario, a pesar de los patrones de actividad tan característicos y
peculiares que les impone la ecología local. Para analizar tales casos
necesitamos adoptar un punto de vista que no confunda los efectos de las
circunstancias ecológicas sobre la conducta con los de la tradición cultural, y
asimismo, investigar los componentes sociales y culturales no ecológicos
creadores de diversidad.
LOS GRUPOS ÉTNICOS COMO TIPO DE ORGANIZACIÓN
Si nos concretamos a lo que es socialmente efectivo,
los grupos étnicos son considerados como una forma de organización social. De
acuerdo con esto, el rasgo crítico es el punto 4) de la lista de la p. 1, es
decir, la característica de autoadscripción y adscripción por otros. Una
adscripción categorial es una adscripción étnica cuando clasifica a una persona
de acuerdo con su identidad básica y más general, supuestamente determinada por
su origen y su formación. En la medida en que los actores utilizan las
identidades étnicas para categorizarse a sí mismos y a los otros, con fines de
interacción, forman grupos étnicos en este sentido de organización.
Aunque las categorías étnicas presuponen diferencias reales, es
preciso reconocer que no podemos suponer una simple relación de paridad entre
las unidades étnicas y las similitudes y diferencias culturales. Los rasgos que
son tomados en cuenta no son la suma de diferencias "objetivas", sino
solamente aquellas que los actores mismos consideran significativas.
Las variaciones ecológicas no sólo señalan y exageran las
diferencias; algunos rasgos culturales son utilizados por los actores como
señales y emblemas de diferencia, otros son pasados por alto, y en algunas
relaciones, diferencias radicales son desdeñadas y negadas. Analíticamente, los
contenidos culturales de las dicotomías étnicas parecen ser de dos órdenes:
1) señales o signos manifiestos: los rasgos diacríticos que los
individuos esperan descubrir y exhiben para indicar identidad y que son, por lo
general, el vestido, el lenguaje, la forma de vivienda o un general modo de
vida, y
2) las orientaciones de valores básicos: las de moralidad y
excelencia por las que la se rige la actuación.
Como pertenecer a una categoría étnica implica ser cierta clase de
persona, con determinada identidad básica, esto también implica el derecho de
juzgar y ser juzgado de acuerdo con normas pertinentes para tal identidad. Pero
ninguna de estas clases de "contenidos culturales" se infiere de una
lista descriptiva de los rasgos o diferencias culturales; ni a partir de
principios básicos se puede predecir cuáles rasgos subrayados y considerados
importantes para la organización. En otras palabras, las categorías étnicas
ofrecen un recipiente organizacional capaz de recibir diversas proporciones y
formas de contenido en los diferentes sistemas socioculturales. Pero, aunque
pueden resultar de gran importancia para la conducta, no es necesario que así
sea; pueden penetrar toda la vida social o pueden ser pertinentes sólo en
ciertos sectores limitados de la actividad. Evidentemente, existe un terreno
propicio para descripciones etnográficas y comparativas de las diferentes
formas de organización étnica.
El hincapié en la adscripción como el aspecto crítico de los
grupos étnicos también resuelve las dos dificultades conceptuales que antes
discutimos.
1) Cuando se les define como grupos adscriptos y exclusivos, la
naturaleza de la continuidad de las unidades étnicas es evidente: depende de la
conservación de un límite. Los aspectos culturales que señalan este límite
pueden cambiar, del mismo modo que se pueden transformar las características de
los miembros; más aún, la misma forma de organización del grupo puede cambiar;
no obstante, el hecho de que subsista la dicotomía entre miembros y extraños
nos permite investigar también la forma y el contenido culturales que se
modifican.
2) Los sucesos socialmente importantes pueden ser considerados
diagnósticos para los miembros, no así las diferencias "objetivas" y
manifiestas generadas por otros factores. Por distintos que puedan parecer
tales miembros en su conducta manifiesta, ej. afirman que son A, en contraste
con otra categoría análoga B, esperan ser tratados como tales, y que su propia
conducta sea interpretada y juzgada como A's y no como B's; en otras palabras,
están confirmando su adhesión a la cultura común de los A. Luego, los efectos
de esto, comparados con otros factores que influyen en la conducta, pueden ser
objeto de investigación.
LOS LIMITES DE LOS GRUPOS ÉTNICOS
Desde este punto de vista, el foco de la investigación es el límite étnico
que define al grupo y no el contenido cultural que encierra. Por supuesto, los
límites a los cuales debemos dedicar nuestra atención son límites sociales,
aunque bien puedan contar con su concomitante territorial. El hecho de que un
grupo conserve su identidad, aunque sus miembros interactúen con otros, nos
ofrece normas para determinar la pertenencia al grupo y los medios empleados
para indicar afiliación o exclusión. Los grupos étnicos no están basados simple
o necesariamente en la ocupación de territorios exclusivos; necesitamos
analizar los diferentes medios por los cuales logran conservarse, pues no es
sólo mediante un reclutamiento definitivo, sino en virtud de una expresión y
una ratificación continuas.
Más aún, los límites étnicos canalizan la vida social y esto
ocasiona una organización a menudo muy compleja de relaciones sociales y de
conducta. La identificación de otra persona como miembro del mismo grupo étnico
entraña una· coparticipación de criterios de valoración y de juicio. Por
lo mismo, se parte del supuesto de que ambos están fundamentalmente
"jugando al mismo juego"; esto significa que existe entre ellos una
posibilidad de diversificación y expansión de su relación social capaz de
cubrir, en caso dado, todos los sectores y dominios de su actividad. Por otro
lado, la dicotomía que convierte a los otros en extraños y en miembros de otro
grupo étnico, supone un reconocimiento de las limitaciones para llegar a un
entendimiento reciproco, de criterio para emitir juicios de valor y de conducta
y una restricción de la interacción posible en sectores que presuponen común
acuerdo e interés.
Lo anterior nos permite comprender una forma final del de límites
por medio de la cual persisten las unidades culturales y sus límites.
Implícitas también en la conservación de los limites étnicos se encuentran
situaciones de contacto social entre individuos de diferentes culturas: los
étnicos persisten como unidades significativas sólo si van acompañados de
notorias diferencias en la conducta es decir, de diferencias culturales
persistentes. No obstante, donde interactúan personas pertenecientes a culturas
diferentes, es de esperar que sus diferencias se reduzcan, ya que la
interrelación requiere y genera una congruencia de códigos y valores; en otras
palabras, una similitud o comunidad de cultura (cf. Barth.
195ó. para mi discusión de este punto) . Por tal motivo, la persistencia de los
grupos étnicos en contacto implica no sólo criterios y señales de
identificación, sino también estructuras de interacción que permitan la
persistencia de las diferencias culturales. El aspecto organizacional que yo
sostendré, debe ser general para todas las relaciones interétnicas, es un
conjunto sistemático de reglas que regula los encuentros sociointerétnicos. En
toda vida social organizada, está prescrito aquello que puede ser pertinente
para la interacción en cualquier situación social particular (Goffman, 1959).
Si existe un acuerdo entre las personas respecto a estas prescripciones, el
convenio respecto a códigos y valores no necesita extenderse más allá de lo que
es aplicable a las situaciones sociales específicas en que se interactúa. Las
relaciones interétnicas estables presuponen una estructura de interacción
semejante: por un lado, existe un conjunto de preceptos que regulan las
situaciones de contacto y que permiten una articulación en algunos dominios de
la actividad y, por otro. un conjunto de sanciones que prohíben la interacción
interétnica en otros sectores, aislando así ciertos segmentos de la cultura de
posibles confrontaciones o modificaciones.
SISTEMAS SOCIALES POLI ÉTNICOS
Por supuesto, es esto lo que Furnivall (1944) tan claramente ve en
su análisis de una sociedad plural: una sociedad poliétnica integrada en la
plaza del mercado, bajo el control de un sistema estatal dominado por uno de
los grupos, pero con amplias zonas de influencia cultural en los sectores domésticos
y religiosos de la actividad.
Lo que no ha sido apreciado por los estudios posteriores es la
posible variedad de sectores de aislación y separación y la variedad de los
problemas que esto implica. Sabemos de algunos de los sitios de canje de objetos
insertos en la esfera privilegiada de la economía, y sabemos algo también de la
etiqueta y los preceptos que rigen esta situación de intercambio y de las otras
actividades. Tenemos información de vanos sistemas policéntricos tradicionales
del sureste de Asia. (discutidos más adelante, Izikowitz (pp. 177 ss.) y
de los de la es{era privilegiada del comercio y de estructuras políticas
semifeudales. Algunas regiones del sudoeste de Asia muestran formas fundadas en
una economía de mercado más monetizada, aun cuando su integración política siga
siendo de carácter policéntrico. Merecen también consideración tanto el
cooperativismo ritual y productivo la integración política de los sistemas de
castas de la India, donde quizás solamente la vida doméstica y los vínculos de
parentesco aún constituyen sectores vedados y origen de diversidad cultural.
Nada se gana con agrupar estos variados sistemas con la etiqueta cada vez más
vaga de “sociedad plural”, cuando una investigación de estas variedades de
estructura podría arrojar suficiente luz sobre las formas sociales y
culturales.
A lo que podemos referirnos como separación en un macronivel,
corresponde un grupo sistemático de restricciones de función en un micronivel.
Es común a todos estos sistemas el principio de que la identidad étnica implica
una serie de restricciones respecto a los tipos de función que a un individuo
le es permitido desempeñar, así como a los socios que puede escoger para
realizar diferentes tipos de transacciones. En otras palabras, considerada como
status la identidad étnica está sobrepuesta a la mayoría de los status y
define. las diferencias permisibles de status, es decir, de personalidades
sociales que puede asumir un individuo con tal identidad generan la diversidad
étnica dentro de los sistemas sociales circundantes más amplios.
LA INTERDEPENDENCIA DE LOS GRUPOS ÉTNICOS
El vínculo positivo que conecta varios grupos étnicos en el seno
del sistema social circundante depende de la complementariedad de los grupos
respecto a algunos de sus rasgos culturales característicos. Esta
complementariedad puede originar una interdependencia o una simbiosis, y
constituir los campos de articulación a que nos referimos antes; por lo
contrario, en aquellos sectores donde no existe complementariedad, no puede
existir base alguna para una organización de los aspectos étnicos: no existirá́
interacción, o existirá́ interacción sin referencia a la identidad étnica.
En gran parte, los
sistemas sociales difieren en el grado en que la identidad étnica, como un
status imperativo, restringe a la persona en la variedad de status y de
funciones que puede asumir. Donde los valores distintivos relacionados con la identidad étnica
son pertinentes sólo para ciertos tipos de actividad, la organización social
basada en éstos estará́ limitada de modo similar. Por otro lado, los
sistemas poliétnicos complejos implican evidentemente la existencia de diferencias
de valor muy importantes, y de múltiples restricciones en las combinaciones de
status y participación social. En estos sistemas, los mecanismos que mantienen
los límites deben ser muy efectivos, por las razones siguientes:
1) la complejidad está basada en la existencia de diferencias
culturales complementarias e importantes;
2) por lo general, estas diferencias deben estar estandarizadas
dentro del grupo interétnico; es decir, el conjunto de status, o la persona
social de cada miembro del grupo debe estar estereotipado en gran medida, de
modo que la interacción interétnica pueda basarse en identidades étnicas;
3) las características culturales de cada grupo étnico deben ser
estables, de modo que las diferencias complementarias en que se fundan los
sistemas puedan persistir aun en caso de íntimo contacto interétnico.
Donde se dan estas
condiciones, los grupos étnicos pueden realizar adaptaciones estables y
simbióticas entre ellos: los grupos étnicos en la región se convierten en parte
del medio natural; los sectores de articulación suministran campos que pueden
ser explotados, mientras que los otros sectores de actividad de los demás
grupos son considerados inoperantes desde el punto de vista de los miembros de
cualquiera de los grupos.
LA PERSPECTIVA
ECOLÓGICA
En parte, tales
interdependencias pueden ser analizadas desde la perspectiva de la ecología
cultural, y los sectores de actividad donde se articulan otras comunidades con
otras culturas pueden ser considerados como nichos a los cuales debe adaptarse
el grupo. Esta interdependencia ecológica puede adoptar varias y diferentes
formas en virtud de las cuales se puede construir una tipología elemental.
Donde existen dos o más grupos étnicos en contacto, sus adaptaciones pueden
adoptar las siguientes formas:
1) Pueden ocupar nichos claramente distintos en el medio natural y
hallarse en una competencia mínima respecto a los recursos naturales. En este
caso, su interdependencia será limitada aunque residan en la misma región, y la
articulación tenderá a concentrarse principalmente en el comercio practicado,
quizás, en un sector ceremonial y ritual.
2) Pueden monopolizar territorios separados, en cuyo caso se hallarán
en franca competencia por los recursos y su articulación provocará pugnas
políticas a lo largo de sus fronteras, y posiblemente también en otros
sectores.
3) Pueden darse bienes y servicios de importancia los unos a los
otros, esto es, ocuparán nichos recíprocos y, por tanto, diferentes, pero en
íntima interdependencia. Si su articulación no es muy íntima
en el sector político, se creará una situación simbiótica clásica,
con una variedad de posibles campos de articulación. Si además compiten y se
adaptan mediante una monopolización diferencial de los medios de producción, se
podrá establecer una íntima articulación económica y política, con
posibilidades abiertas para otras formas de interdependencia.
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