& LOS GRUPOS ÉTNICOS Y SUS FRONTERAS / FREDRIK BARTH



INTRODUCCIÓN 



ESTE conjunto de ensayos se ocupa de los problemas de los grupos étnicos y su persistencia. Aunque poco estudiado, es éste un tema de gran importancia para la antropología social. Prácticamente, todo el razonamiento antropológico se funda en la premisa de que la variación cultural es discontinua: existen agregados de individuos, por un lado, que comparten esencialmente una cultura común y, por otro, diferencias conectadas entre sí que distinguen a esta cultura discreta de todas las demás. Puesto que la cultura no es sino una forma de describir la conducta humana, se podría concluir que existen grupos discretos de individuos, es decir, unidades étnicas correspondientes a cada cultura. Tanto las diferencias entre las culturas como sus límites y conexiones históricos han recibido atención suficiente; por el contrario, la constitución de los grupos étnicos y la naturaleza de los límites entre éstos no han sido investigados en la forma correspondiente. Hasta ahora, los antropólogos sociales han evitado estos problemas al utilizar un concepto demasiado abstracto de "sociedad" para representar aquel sistema social dentro del cual deben ser analizados unidades y grupos concretos más pequeños. Por tal motivo, quedan sin examinar las características y los límites empíricos de los grupos étnicos, así́ como los importantes problemas teóricos que suscita una investigación semejante.
Aunque ya nadie sostiene la hipótesis ingenua según la cual cada tribu y cada pueblo ha logrado conservar su cultura mediante un belicoso desdén de sus vecinos, subsiste todavía la opinión simplista que considera al aislamiento geográfico y al aislamiento social como los factores críticos en la conservación de la diversidad cultural. Una investigación empírica del carácter de los limites étnicos, como la que se encuentra documentada en los siguientes ensayos, produce dos descubrimientos que, aun cuando no del todo inesperados, demuestran lo deficiente de tal opinión.
Primero, es evidente que los límites persisten a pesar del tránsito de personal a través de ellos. En otras palabras, las distinciones étnicas categoriales no dependen de una ausencia de movilidad, contacto o información; antes bien, implican procesos sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas categorías discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso de las historias individuales.
En segundo lugar, queda demostrado que ciertas relaciones sociales estables, persistentes, y a menudo importantes, se mantienen por encima de tales límites y, con frecuencia, están basadas precisamente en los status étnicos en dicotomía. En otras palabras, las distinciones étnicas no dependen de una ausencia de interacción y aceptación sociales; por el contrario, generalmente son el fundamento mismo sobre el cual están construidos los sistemas sociales que las contienen. En un sistema social semejante, la interacción no conduce a su liquidación como consecuencia del cambio y la aculturación; las diferencias culturales pueden persistir a pesar del contacto interétnico y de la interdependencia.

PLANTEAMIENTO GENERAL

Evidentemente, estamos frente a un campo importante que necesita ser nuevamente examinado. Lo que se requiere es un método que combine lo teórico y lo empírico: necesitamos investigar detenidamente los hechos empíricos de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos empíricos con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible que nos permita, al mismo tiempo, explorar sus implicaciones. En los ensayos siguientes, cada autor ha escogido un caso con el cual está íntimamente familiarizado en su propia investigación de campo y al que trata de aplicar un conjunto común de conceptos para su análisis. La principal divergencia teorética consta de varias partes relacionadas entre si. En primer lugar, hacemos particular hincapié en el hecho de que los grupos étnicos son categorías de adscripción e identificación que son utilizadas por los actores mismos y tienen, por tanto, la característica de organizar interacción entre los individuos. Intentamos relacionar otras características de los grupos étnicos a este aspecto fundamental.
En segundo término, todos los ensayos aplican un punto de vista generativo al análisis; en lugar de trabajar por medio de una tipología de las formas de los grupos étnicos Y sus relaciones, nos proponemos explorar los diferentes procesos que al parecer participan en la generación y conservación de los grupos étnicos. En tercer y último lugar, para observar estos procesos, desviamos el foco de la investigación de la constitución interna y de la historia de los grupos étnicos para centrarlo en los límites étnicos y su persistencia. Cada uno de estos puntos requiere de cierta elaboración.

DEFINICIÓN DEL GRUPO ÉTNICO

El término grupo étnico es utilizado generalmente en la literatura antropológica (por ej., Narroll, 1964) para designar una comunidad que:
1)      en gran medida se autoperpetúa biológicamente,
2)     comparte valores culturales fundamentales realizados con unidad manifiesta en formas     culturales,
3)     integra un campo de comunicación e interacción y
4)     cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por otros y que  constituyen una categoría distinguible de otras categorías del mismo orden.
Esta definición de tipo ideal no está muy alejada en contenido de la proposición tradicional que afirma que una raza = una cultura = un lenguaje, y que una sociedad = una unidad que rechaza o discrimina a otras. No obstante, en forma modificada resulta suficientemente adecuada a muchas situaciones empíricas etnográficas, por lo que su significado continúa siendo útil a los propósitos de muchos antropólogos. Mi objeción no está dirigida fundamentalmente a la sustancia de estas características, aunque, como habré de demostrar, mucho ganaríamos con cierto cambio de énfasis; mi principal objeción es que tal formulación nos impide comprender el fenómeno de los grupos étnicos y su lugar en las sociedades humanas. Y esto se debe a que incurre en una petición de todos pues cuando se propone aportar un modelo típico ideal de una forma empírica recurrente, ya está presuponiendo una opinión preconcebida de cuáles son los factores significativos en la génesis, estructura y función de estos grupos.
A un nivel más crítico, nos permite suponer que la persistencia de límites es problemática y que está originada en el aislamiento que implican las características antes enumeradas: diferencia racial, diferencia cultural, separatismo social, barreras de lenguaje, enemistad organizada o espontánea. De igual modo se reduce el número de factores que utilizamos para explicar la diversidad cultural: se nos induce a imaginar a cada grupo desarrollando su forma social y cultural en relativo aislamiento y respondiendo, principalmente, a factores locales, en. el curso de una historia de adaptación fundada en la invención y la adopción selectiva. Según ello, esta historia ha producido un mundo de pueblos separados con sus respectivas culturas y organizados en una sociedad que, legítimamente, puede ser aislada para su descripción como si fuese una isla.

LOS GRUPOS ÉTNICOS COMO PORTADORES DE CULTURA

En lugar de discutir lo apropiado de esta versión de la historia, adecuada quizá sólo para las islas pelágicas, examinaremos algunas de las fallas de lógica de este punto de vista. De las características al hecho de compartir una cultura común le es atribuida generalmente una importancia central. En mi opinión, mucho se ganaría si se considerase este rasgo tan importante más bien como una implicación o un resultado que como una característica primaria y definitiva de la organización del grupo étnico. Si se insiste en considerar al aspecto de portadores de cultura de los grupos étnicos como característica primaria, nos tendremos que enfrentar a consecuencias de muy amplio alcance. Se propendería a identificar y distinguir a los grupos étnicos por las características morfológicas de las culturas de que son portadores. Esto implica un punto de vista prejuiciado de
1) la naturaleza de la continuidad en el tiempo de estas unidades y
2) del "locus" de los factores que determinan la forma de las unidades.

1) Hecho el hincapié en el aspecto de portadores de cultura, la clasificación de los individuos y los grupos locales como miembros de un grupo étnico dependerá del grado en que muestren rasgos particulares de esa cultura. Esto puede juzgarse objetivamente en la actitud del investigador etnográfico que, siguiendo la tradición que vincula región con cultura, no toma en consideración las categorías y los prejuicios de los actores. Las diferencias entre los grupos se convierten en simples diferencias en el inventario de rasgos; la atención se concentra en el análisis de las culturas y no en la organización étnica. Posteriormente, la relación dinámica entre los grupos será descrita en estudios de aculturación de la clase, que cada día despierta menos interés en la antropología, aunque sus deficiencias teóricas jamás hayan sido discutidas seriamente. Puesto que la procedencia de cada ensamble de rasgos culturales es diferente, este punto de vista da lugar a una "etnohistoria" que hace la crónica del acrecentamiento y del cambio culturales e intenta explicar la adopción de ciertos aspectos. No obstante, ¿cuál es la unidad cuya continuidad es descrita en estos estudios? Paradójicamente, deberá incluir culturas del pasado que, obviamente, deberían estar excluidas en el presente debido a sus diferencias de forma, diferencias, principalmente, que son diagnósticas para la diferenciación sincrónica de las unidades étnicas. Ciertamente, la interconexión entre "grupo étnico" y "cultura" no se aclara en modo alguno mediante esta confusión.

2) Las formas culturales manifiestas que pueden ser clasificadas como rasgos culturales exhiben los efectos de la ecología. Con esto no me refiero al hecho de que reflejan una historia de adaptación al medio; de modo más inmediato, reflejan también las circunstancias externas a las cuales se debieron adaptar los actores mismos. Con toda seguridad, un mismo grupo de individuos, con sus mismas ideas y valores, puestos frente a las diferentes oportunidades ofrecidas por un diferente medio, se verían obligados a adoptar diferentes patrones de existencia y a institucionalizar diferentes formas de conducta. Por lo mismo, no nos deba sorprender que un grupo étnico, diseminado en un territorio con circunstancias ecológicas variables, muestre variantes regionales de una conducta manifiesta institucionalizada, que no reflejan, sin embargo, diferencias en su orientación cultural. Entonces, ¿cómo podría ser clasificado si estas manifiestas formas institucionalizadas son diagnósticas? Un caso pertinente es la distribución y diversidad de los sistemas sociales locales de los pathanes, discutidos más adelante (pp. 152 ss.). Según los valores básicos de los pathanes, para los pathanes del sur, que habitan las zonas montañosas y están organizados homogéneamente según patrones de linaje, la conducta de los pathanes de Swat es tan diferente y reprochable según sus propios valores, que terminan por considerar a sus hermanos del norte como "ya no pathanes". En efecto, según criterios "objetivos", su patrón manifiesto de organización está más de los punjabs. Pero a mí me fue posible, una vez que hube explicado las circunstancias del norte, lograr que los pathanes del sur aceptaran que también aquéllos eran pathanes y admitieran, aunque a regañadientes, que en tales circunstancias ellos mismos actuarían de la misma manera. Por tanto, es un error considerar las formas institucionales manifiestas como constitutivas de los rasgos culturales que en un momento dado distinguen a un grupo étnico: estas formas manifiestas están determinadas tanto por la ecología como por la cultura trasmitida. Tampoco se puede alegar que cada una de estas diversificaciones en el interior de un grupo representa un primer paso en dirección de una subdivisión y una multiplicación de las unidades. Contamos con casos documentados, demasiado conocidos, de grupos étnicos que, aun cuando también se encuentran a un nivel relativamente simple de organización económica y ocupan varios y diferentes nichos ecológicos, han podido conservar, no obstante, una unidad básica étnica y cultural, durante largos períodos (ef., por ej., los chuckchee del interior y de la costa (Bogaras, 1904-9); los lapones, tanto los pastores de renos como los que habitan los ríos y la costa. (Gjessing, 1954).

En uno de los siguientes ensayos (pp. 96 ss.), Blom discute convincentemente este punto con referencia a los granjeros que habitan las montañas de la Noruega central. Muestra cómo su participación y autoevaluación según los valores generales noruegos les asegura continua pertenencia al grupo étnico mayoritario, a pesar de los patrones de actividad tan característicos y peculiares que les impone la ecología local. Para analizar tales casos necesitamos adoptar un punto de vista que no confunda los efectos de las circunstancias ecológicas sobre la conducta con los de la tradición cultural, y asimismo, investigar los componentes sociales y culturales no ecológicos creadores de diversidad.

LOS GRUPOS ÉTNICOS COMO TIPO DE ORGANIZACIÓN

Si nos concretamos a lo que es socialmente efectivo, los grupos étnicos son considerados como una forma de organización social. De acuerdo con esto, el rasgo crítico es el punto 4) de la lista de la p. 1es decir, la característica de autoadscripción y adscripción por otros. Una adscripción categorial es una adscripción étnica cuando clasifica a una persona de acuerdo con su identidad básica y más general, supuestamente determinada por su origen y su formación. En la medida en que los actores utilizan las identidades étnicas para categorizarse a sí mismos y a los otros, con fines de interacción, forman grupos étnicos en este sentido de organización.
Aunque las categorías étnicas presuponen diferencias reales, es preciso reconocer que no podemos suponer una simple relación de paridad entre las unidades étnicas y las similitudes y diferencias culturales. Los rasgos que son tomados en cuenta no son la suma de diferencias "objetivas", sino solamente aquellas que los actores mismos consideran significativas.
Las variaciones ecológicas no sólo señalan y exageran las diferencias; algunos rasgos culturales son utilizados por los actores como señales y emblemas de diferencia, otros son pasados por alto, y en algunas relaciones, diferencias radicales son desdeñadas y negadas. Analíticamente, los contenidos culturales de las dicotomías étnicas parecen ser de dos órdenes:
1)     señales o signos manifiestos: los rasgos diacríticos que los individuos esperan descubrir y exhiben para indicar identidad y que son, por lo general, el vestido, el lenguaje, la forma de vivienda o un general modo de vida, y
2)    las orientaciones de valores básicos: las de moralidad y excelencia por las que la se rige la actuación.

Como pertenecer a una categoría étnica implica ser cierta clase de persona, con determinada identidad básica, esto también implica el derecho de juzgar y ser juzgado de acuerdo con normas pertinentes para tal identidad. Pero ninguna de estas clases de "contenidos culturales" se infiere de una lista descriptiva de los rasgos o diferencias culturales; ni a partir de principios básicos se puede predecir cuáles rasgos subrayados y considerados importantes para la organización. En otras palabras, las categorías étnicas ofrecen un recipiente organizacional capaz de recibir diversas proporciones y formas de contenido en los diferentes sistemas socioculturales. Pero, aunque pueden resultar de gran importancia para la conducta, no es necesario que así sea; pueden penetrar toda la vida social o pueden ser pertinentes sólo en ciertos sectores limitados de la actividad. Evidentemente, existe un terreno propicio para descripciones etnográficas y comparativas de las diferentes formas de organización étnica.

El hincapié en la adscripción como el aspecto crítico de los grupos étnicos también resuelve las dos dificultades conceptuales que antes discutimos.
1)    Cuando se les define como grupos adscriptos y exclusivos, la naturaleza de la continuidad de las unidades étnicas es evidente: depende de la conservación de un límite. Los aspectos culturales que señalan este límite pueden cambiar, del mismo modo que se pueden transformar las características de los miembros; más aún, la misma forma de organización del grupo puede cambiar; no obstante, el hecho de que subsista la dicotomía entre miembros y extraños nos permite investigar también la forma y el contenido culturales que se modifican.
2)     Los sucesos socialmente importantes pueden ser considerados diagnósticos para los miembros, no así las diferencias "objetivas" y manifiestas generadas por otros factores. Por distintos que puedan parecer tales miembros en su conducta manifiesta, ej. afirman que son A, en contraste con otra categoría análoga B, esperan ser tratados como tales, y que su propia conducta sea interpretada y juzgada como A's y no como B's; en otras palabras, están confirmando su adhesión a la cultura común de los A. Luego, los efectos de esto, comparados con otros factores que influyen en la conducta, pueden ser objeto de investigación.

LOS LIMITES DE LOS GRUPOS ÉTNICOS

Desde este punto de vista, el foco de la investigación es el límite étnico que define al grupo y no el contenido cultural que encierra. Por supuesto, los límites a los cuales debemos dedicar nuestra atención son límites sociales, aunque bien puedan contar con su concomitante territorial. El hecho de que un grupo conserve su identidad, aunque sus miembros interactúen con otros, nos ofrece normas para determinar la pertenencia al grupo y los medios empleados para indicar afiliación o exclusión. Los grupos étnicos no están basados simple o necesariamente en la ocupación de territorios exclusivos; necesitamos analizar los diferentes medios por los cuales logran conservarse, pues no es sólo mediante un reclutamiento definitivo, sino en virtud de una expresión y una ratificación continuas.
Más aún, los límites étnicos canalizan la vida social y esto ocasiona una organización a menudo muy compleja de relaciones sociales y de conducta. La identificación de otra persona como miembro del mismo grupo étnico entraña una· coparticipación de criterios de valoración y de juicio. Por lo mismo, se parte del supuesto de que ambos están fundamentalmente "jugando al mismo juego"; esto significa que existe entre ellos una posibilidad de diversificación y expansión de su relación social capaz de cubrir, en caso dado, todos los sectores y dominios de su actividad. Por otro lado, la dicotomía que convierte a los otros en extraños y en miembros de otro grupo étnico, supone un reconocimiento de las limitaciones para llegar a un entendimiento reciproco, de criterio para emitir juicios de valor y de conducta y una restricción de la interacción posible en sectores que presuponen común acuerdo e interés.
Lo anterior nos permite comprender una forma final del de límites por medio de la cual persisten las unidades culturales y sus límites. Implícitas también en la conservación de los limites étnicos se encuentran situaciones de contacto social entre individuos de diferentes culturas: los étnicos persisten como unidades significativas sólo si van acompañados de notorias diferencias en la conducta es decir, de diferencias culturales persistentes. No obstante, donde interactúan personas pertenecientes a culturas diferentes, es de esperar que sus diferencias se reduzcan, ya que la interrelación requiere y genera una congruencia de códigos y valores; en otras palabras, una similitud o comunidad de cultura (cf. Barth. 195ó. para mi discusión de este punto) . Por tal motivo, la persistencia de los grupos étnicos en contacto implica no sólo criterios y señales de identificación, sino también estructuras de interacción que permitan la persistencia de las diferencias culturales. El aspecto organizacional que yo sostendré, debe ser general para todas las relaciones interétnicas, es un conjunto sistemático de reglas que regula los encuentros sociointerétnicos. En toda vida social organizada, está prescrito aquello que puede ser pertinente para la interacción en cualquier situación social particular (Goffman, 1959). Si existe un acuerdo entre las personas respecto a estas prescripciones, el convenio respecto a códigos y valores no necesita extenderse más allá de lo que es aplicable a las situaciones sociales específicas en que se interactúa. Las relaciones interétnicas estables presuponen una estructura de interacción semejante: por un lado, existe un conjunto de preceptos que regulan las situaciones de contacto y que permiten una articulación en algunos dominios de la actividad y, por otro. un conjunto de sanciones que prohíben la interacción interétnica en otros sectores, aislando así ciertos segmentos de la cultura de posibles confrontaciones o modificaciones.

SISTEMAS SOCIALES POLI ÉTNICOS

Por supuesto, es esto lo que Furnivall (1944) tan claramente ve en su análisis de una sociedad plural: una sociedad poliétnica integrada en la plaza del mercado, bajo el control de un sistema estatal dominado por uno de los grupos, pero con amplias zonas de influencia cultural en los sectores domésticos y religiosos de la actividad.
Lo que no ha sido apreciado por los estudios posteriores es la posible variedad de sectores de aislación y separación y la variedad de los problemas que esto implica. Sabemos de algunos de los sitios de canje de objetos insertos en la esfera privilegiada de la economía, y sabemos algo también de la etiqueta y los preceptos que rigen esta situación de intercambio y de las otras actividades. Tenemos información de vanos sistemas policéntricos tradicionales del sureste de Asia. (discutidos más adelante, Izikowitz (pp. 177 ss.) y de los de la es{era privilegiada del comercio y de estructuras políticas semifeudales. Algunas regiones del sudoeste de Asia muestran formas fundadas en una economía de mercado más monetizada, aun cuando su integración política siga siendo de carácter policéntrico. Merecen también consideración tanto el cooperativismo ritual y productivo la integración política de los sistemas de castas de la India, donde quizás solamente la vida doméstica y los vínculos de parentesco aún constituyen sectores vedados y origen de diversidad cultural. Nada se gana con agrupar estos variados sistemas con la etiqueta cada vez más vaga de “sociedad plural”, cuando una investigación de estas variedades de estructura podría arrojar suficiente luz sobre las formas sociales y culturales.  
A lo que podemos referirnos como separación en un macronivel, corresponde un grupo sistemático de restricciones de función en un micronivel. Es común a todos estos sistemas el principio de que la identidad étnica implica una serie de restricciones respecto a los tipos de función que a un individuo le es permitido desempeñar, así como a los socios que puede escoger para realizar diferentes tipos de transacciones. En otras palabras, considerada como status la identidad étnica está sobrepuesta a la mayoría de los status y define. las diferencias permisibles de status, es decir, de personalidades sociales que puede asumir un individuo con tal identidad generan la diversidad étnica dentro de los sistemas sociales circundantes más amplios.

LA INTERDEPENDENCIA DE LOS GRUPOS ÉTNICOS
El vínculo positivo que conecta varios grupos étnicos en el seno del sistema social circundante depende de la complementariedad de los grupos respecto a algunos de sus rasgos culturales característicos. Esta complementariedad puede originar una interdependencia o una simbiosis, y constituir los campos de articulación a que nos referimos antes; por lo contrario, en aquellos sectores donde no existe complementariedad, no puede existir base alguna para una organización de los aspectos étnicos: no existirá́ interacción, o existirá́ interacción sin referencia a la identidad étnica.
En gran parte, los sistemas sociales difieren en el grado en que la identidad étnica, como un status imperativo, restringe a la persona en la variedad de status y de funciones que puede asumir. Donde los valores distintivos relacionados con la identidad étnica son pertinentes sólo para ciertos tipos de actividad, la organización social basada en éstos estará́ limitada de modo similar. Por otro lado, los sistemas poliétnicos complejos implican evidentemente la existencia de diferencias de valor muy importantes, y de múltiples restricciones en las combinaciones de status y participación social. En estos sistemas, los mecanismos que mantienen los límites deben ser muy efectivos, por las razones siguientes:
1) la complejidad está basada en la existencia de diferencias culturales complementarias e importantes;
2) por lo general, estas diferencias deben estar estandarizadas dentro del grupo interétnico; es decir, el conjunto de status, o la persona social de cada miembro del grupo debe estar estereotipado en gran medida, de modo que la interacción interétnica pueda basarse en identidades étnicas;
3) las características culturales de cada grupo étnico deben ser estables, de modo que las diferencias complementarias en que se fundan los sistemas puedan persistir aun en caso de íntimo contacto interétnico.
Donde se dan estas condiciones, los grupos étnicos pueden realizar adaptaciones estables y simbióticas entre ellos: los grupos étnicos en la región se convierten en parte del medio natural; los sectores de articulación suministran campos que pueden ser explotados, mientras que los otros sectores de actividad de los demás grupos son considerados inoperantes desde el punto de vista de los miembros de cualquiera de los grupos.

LA PERSPECTIVA ECOLÓGICA

En parte, tales interdependencias pueden ser analizadas desde la perspectiva de la ecología cultural, y los sectores de actividad donde se articulan otras comunidades con otras culturas pueden ser considerados como nichos a los cuales debe adaptarse el grupo. Esta interdependencia ecológica puede adoptar varias y diferentes formas en virtud de las cuales se puede construir una tipología elemental. Donde existen dos o más grupos étnicos en contacto, sus adaptaciones pueden adoptar las siguientes formas:
1)    Pueden ocupar nichos claramente distintos en el medio natural y hallarse en una competencia mínima respecto a los recursos naturales. En este caso, su interdependencia será limitada aunque residan en la misma región, y la articulación tenderá a concentrarse principalmente en el comercio practicado, quizás, en un sector ceremonial y ritual.
2)    Pueden monopolizar territorios separados, en cuyo caso se hallarán en franca competencia por los recursos y su articulación provocará pugnas políticas a lo largo de sus fronteras, y posiblemente también en otros sectores.
3)    Pueden darse bienes y servicios de importancia los unos a los otros, esto es, ocuparán nichos recíprocos y, por tanto, diferentes, pero en íntima interdependencia. Si su articulación no es muy íntima en el sector político, se creará una situación simbiótica clásica, con una variedad de posibles campos de articulación. Si además compiten y se adaptan mediante una monopolización diferencial de los medios de producción, se podrá establecer una íntima articulación económica y política, con posibilidades abiertas para otras formas de interdependencia.

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