& UTOPÍAS
ALBUR.
El
mayor estado de Plutón, el mundo subterráneo situado en el centro de la oquedad
interna terrestre. Como en todo Plutón, las cosas en Albur son mucho más
pequeñas que sus equivalentes en la superficie de la Tierra. Pero a pesar de la
reducida apariencia de su tamaño —ciento veinte leguas de largo por setenta y
cinco de ancho— el país tiene cuatrocientas ciudades y cuarenta y cinco
millones de habitantes. La gente de Albur mide alrededor de sesenta centímetros
de altura, tiene la piel blanca y es la más civilizada de este mundo en
miniatura. Su agricultura es compleja y usan armas y herramientas de bronce.
Todas
las ciudades de Albur están construidas siguiendo un modelo único. Orasulla, la
capital, se distingue de las demás ciudades por su tamaño. Rodeada de una
muralla, su trazado obedece a un esquema circular. Es una circunferencia de una
legua de diámetro, con un millón de habitantes. Sus
calles arrancan de una plaza central donde hay una gran pirámide. Esta plaza es el
centro de la vida religiosa del país. Al ser tan grande.
Esta plaza es el centro de la vida religiosa del país. Al ser tan grande (según
los cánones alburianos, Orasulla está dividida en subdistritos, cada uno con su
plaza y su pirámide. Las casas, todas de cuatro plantas, están pintadas de
amarillo y las puertas de verde.
Albur
es una monarquía hereditaria, cuyo rey es el representante de la nación y
simboliza la unión nacional. La sociedad está basada en un orden jerárquico, cuyos estamentos se distinguen según el color de la vestimenta, El rey viste de
rojo y es el único que puede usar este color.
Los
ministros, sacerdotes y magistrados visten de azul y llevan cinturones de
distintos colores de acuerdo con su rango o función; los poetas y los
escritores visten de blanco. Estos órdenes constituyen la aristocracia de
Albur, siéndolo el primer grupo por nacimiento. Cuando los poetas, científicos
y escritores reciben la Corona Verde como recompensa por los servicios
prestados al país, son ennoblecidos, pero sus títulos no son hereditarios. Obreros
y mercaderes visten de verde oscuro y claro respectivamente; médicos, mineros;
cocineros y sepultureros van vestidos de negro, y los artesanos de gris. Los
criados, el estamento más bajo de la jerarquía, llevan vestimentas amarillas.
Las esposas, de los ministros; sacerdotes y magistrados se visten de rosa, y
las de los poetas y escritores ennoblecidos, de blanco. Las mujeres de los
integrantes de los demás órdenes llevan el mismo color que sus maridos, aunque
ligeramente más claro. La reina viste de blanco con un cinturón rojo.
La
autoridad suprema es el rey, quien cuenta con un gabinete de ministros elegidos
por los miembros de las órdenes libres de Albur. El rey es responsable de todos
los actos de gobierno y puede ser depuesto si él o su gabinete incurren en
acciones contra la voluntad de la nación o sus tradiciones.
Una
ley promulgada en los tiempos del rey Brontes establece que un monarca reinante
no reciba homenajes y que tampoco se le dediquen estatuas o monumentos mientras
viva.
Las
monedas del reino llevan la efigie del rey anterior; a condición de que haya
sido un hombre de bien. Lo mismo rige para todas las medallas impresas en
Albur.
No
existe persecución de ninguna clase, contra los que se oponen a las políticas
del gobierno: Si sus ideas, son de algún provecho o valía, el gobierno las
analiza y, a veces, hasta llega a adoptarlas. Los autores de estos proyectos
así aprobados reciben una pensión del Estado y la Corona Verde que los promueve
al rango de nobles.
Las
ideas y los proyectos inútiles se ignoran sin más.
Hombres
y mujeres usan unas vestimentas similares a las de los griegos de la
antigüedad. La sencillez de los atuendos se debe en gran medida a otra de las
leyes del rey Brontes. Esta ley contempla que únicamente las mujeres viejas y
feas pueden maquillarse, lucir peinados sofisticados y joyas. De este modo,
todas las demás mujeres se consideran jóvenes y bellas y ha desaparecido del
todo la costumbre de resaltar artificialmente los encantos naturales.
Todo
aquel que visite la capital deberá vestirse según la costumbre del lugar y
respetar sus reglas morales.
Asimismo,
deberá observar la prohibición de comer carne o pescados cuyo origen se remonta
al culto del dios de Plutón. Para un paladar extranjero, las comidas no tienen
sabor pero son muy nutritivas. El vino del lugar (comparativamente bajo en
alcohol) es rico y suave. Las comidas se sirven cada seis horas.
Conviene
que el viajero sepa que las leyes de Albur son muy estrictas.
Aquel
que asesina a alguien es encerrado con el cuerpo de su víctima durante nueve
días completos. Se suprime su nombre de todos los registros civiles y se le
marca en la frente antes de enviarlo a trabajar a las minas de por vida. Por
ejemplo, quienes comen carne son enviados a las minas durante cinco años. Los
que infringen las leyes suelen ser deportados.
En
Albur hay elefantes apenas más grandes que un ternero, que son utilizados para
tirar de los carruajes y de montura para los soldados. Los animales más
grandes del país son los iossine, unos lagartos de casi dos metros de largo.
Según parece, son compañeros del hombre y los granjeros ricos los usan como
perros guardianes. También sirven para proteger a las personas que se pierden
en la zona prohibida situada alrededor del único volcán del país. Aunque
hace años que este volcán no entra en erupción, está prohibido construir
cerca de allí o aventurarse hasta sus laderas más altas. Los Iossine de la
zona prohibida están adiestrados para transportar a los despistados a un lugar
seguro montados en sus rugosos lomos.
Se
recomienda al visitante asistir a alguna de las muchas ceremonias funerarias de
Albur. Los cuerpos de los que fueron virtuosos son incinerados y sus cenizas
depositadas en unas esferas de bronce que luego se guardan en el templo. A los
criminales, en cambio, se les entierra; el castigo que merecen sus cuerpos es
pudrirse bajo tierra.
El
matrimonio es cuestión de elección personal. Los jóvenes que deseen casarse
deberán anunciarlo a sus padres ocho días antes de la ceremonia. Los padres
sólo pueden oponerse al casamiento si uno de los futuros cónyuges resulta ser
un delincuente o un sinvergüenza. Los solteros que han pasado la treintena son
privados de todos sus derechos civiles y políticos y los que mueren célibes
son enterrados, no incinerados.
Los
hijos de los pobres sólo aprenden a leer, el resto de su formación corre por
cuenta de sus padres. Los hijos de los ricos, en cambio, van a la escuela hasta
los dieciocho años.
Ambos
sexos reciben la misma educación, los niños aprenden las manualidades del hogar
y reciben las primeras nociones de sus futuras profesiones. A los doce empiezan
a estudiar dibujo, escritura y lenguas muertas. Entre estas últimas figura el
"nate", de donde deriva el alburiano moderno. Aunque los sabios
emplean aún hoy el nate en las conversaciones, ya no se escribe. Al llegar a
los quince años, los jóvenes estudian religión, filosofía moral, historia y
educación.
El
centro de la vida artística y cultural de la nación es la Academia de
Orasulla. La Academia cuenta con doce miembros permanentes designados para
estudiar el idioma del país y examinar todas las novedades de tipo
lingüístico. Únicamente con su consentimiento el Estado aprueba el uso de
las nuevas palabras. Los integrantes de la Academia leen además todos los
poemas, novelas y obras literarias, corrigen las faltas de gramática o de
vocabulario, si las hay, y censuran las obras que juzgan inmorales. Un equipo
de cincuenta historiadores lleva un registro de los acontecimientos ocurridos
en el año, y cada uno escribe su propia versión de los hechos. Estos textos
se remiten luego anónimamente al Senado, que los lee, seleccionando sólo las
dos relaciones más veraces de entre todas, que se imprimen y envían a las
bibliotecas públicas. Las restantes se queman sin ningún tipo de ceremonia.
El
gran museo de la capital está compuesto de cuatro edificios construidos
alrededor de una plaza. En el primero se conservan las esculturas. El segundo
guarda la colección nacional de pinturas, más una encantadora serie de
ciento veinte escenas de la vida rural. El tercer edificio está consagrado a
las exposiciones históricas y a una colección de medallas. En el cuarto se
pueden admirar los inventos modernos junto con trajes y armas del pasado. Las
estatuas de los reyes virtuosos y los prohombres del pasado adornan el jardín
de la plaza central, y en la base de cada una de ellas se puede leer un resumen
de toda su vida. Estas leyendas están escritas en el moderno idioma
vernáculo, para que todo el mundo pueda leerlas y aprender de ellas.
Albur
fue descubierto en 1806 por un grupo de marinos ingleses y franceses que
naufragaron en el Ártico y acabaron accediendo a Plutón por la entrada del Polo
Norte que se encuentra en la montaña de Hierro. Fueron muy bien recibidos pero
tuvieron que irse cuando los alburianos descubrieron que habían comido carne.
Regresaron
por fin a la superficie de la tierra por la entrada del Polo Sur.
(Anónimo,
Voyage au centre de la terre, ou aventures de quelques naufragés dans des pays
inconnus. Traduit de l anglais de Sir Hormidas Peath, París, 1821)
/////////////////
ICARIA
República situada probablemente a orillas del Mediterráneo, separada
del país de los Marvols por un brazo de mar. Está prohibida la entrada a Icaria
a todo viajero que desee ejercer alguna actividad comercial. Sólo pueden
entrar en ella los turistas deseosos de llevar de regreso a sus países los
principios de la sapiencia icariana. Si bien es cierto que al entrar hay que
abonar una pequeña suma, proporcionada al tiempo de la permanencia, todo lo
demás es gratis. En Icaria no hay guardias ni funcionarios de aduanas, profesiones
que se consideran degradantes. Los arquitectos icarianos estudiaron
escrupulosamente las ciudades más bonitas del mundo y, tomando lo mejor de cada
una, fundaron Icara, capital de
Icaria y su atractivo principal. Establos, hospitales, panaderías, fábricas y
depósitos están situados en las afueras de la ciudad. Los habitantes viven en
el centro, cuyas calles son anchas, rectas y limpias. Todas las casas, de
cuatro pisos como máximo, tienen balcones y hermosos jardines privados. El cuidado
de estos jardines es privilegio y deber de todos los ciudadanos. El gobierno
es comunitario. Corren por cuenta de la República de Icaria la administración y
los servicios públicos, pero los ciudadanos elaboran las leyes según sus
necesidades y los dictados de su conciencia.
(Etienne Cabet, Voyage en Icarie, París,
1839; Etienne Cabet, Adresse du fondateur
d'Icarie, París, 1856)
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ADAM
Región en la jungla de Borneo, donde los
discípulos de Proudhon, Fourier y Cabet fundaron una colonia hacia 1850. Se
supone que la colonia ocupa una superficie equivalente a un tercio de Francia,
pero, posiblemente, no es más grande que el mismo Borneo.
En la capital, las casas son espaciosas
y confortables, con agua corriente, caliente y fría, luz eléctrica, calefacción
central y fonógrafo (que los pioneros inventaron antes que Edison).
Las habitaciones están decoradas con
azulejos anaranjados, el suelo es de vidrio opaco y los techos, cóncavos, están
enlucidos con estuco. Todas las casas tienen miradores con vistas a la calle.
Existe un Ministerio de Guerra, otro de Estética Nacional y un Palacio del
Placer, donde, cada semana, pueden acudir los buenos ciudadanos a hacer el
amor en grupo.
Los pioneros, nada más llegar, se
refugiaron en las montañas para protegerse de los aborígenes. Poco a poco
fueron afianzando su posición hasta convertirse, finalmente, en los jefes de
toda la población. Su ideal era el Estado social igualitario, y para llevarlo a
la práctica suprimieron toda forma de oposición para que sólo hubiera una opinión.
En el País de Adam el bienestar del individuo está supeditado al bienestar de
la nación. El Estado decreta lo que es agradable y útil, y todos, les guste o
no, tienen que aceptarlo. La religión del Estado es el culto de la Armonía Natural
y todos los años el Ministerio de Estética Nacional organiza en su honor un
desfile de jóvenes y hermosas vírgenes. El dinero no existe, pues el Estado
provee de todo; sin embargo, nada se puede comprar, vender ni donar. Los
individuos considerados como una amenaza para el Ideal Nacional son
esterilizados. Los criminales son alistados en el ejército, donde son vigilados
desde el cielo por unos bombarderos inventados ya por los pioneros en 1860. Los
niños pertenecen al Estado, que los educa según los principios de la doctrina
nacional. Los artistas deben abstenerse de expresar emociones personales y han
de producir obras que reflejen el ideal común. El lema de la colonia reza así: "El Conocimiento es Placer; la
Producción es Honor; la Destrucción es Vergüenza".
Se advierte a los viajeros que no se
puede entrar en el país con bebidas alcohólicas ni tabaco, ya que las
autoridades lo confiscarían en la aduana.
(Paul Adam, Lettres de Malaisie, París, 1898)
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GONDUR
República cuya ubicación se ignora,
regida por un Gran Califa, un gobernante electo, cuyo mandato dura veinte años.
En realidad, gobiernan el país ministros y parlamento, quienes tienen
atribuciones para enjuiciar la conducta del Gran Califa, de manera que la
duración de su mandato nada tiene que ver con la calidad de su gobierno. En dos
oportunidades, dos mujeres muy competentes han desempeñado la misma función.
Tras un prolongado período de ensayos y
errores, la República de Gondur ha logrado establecer una forma muy peculiar de
democracia. Desde siempre el pueblo había optado por el simple y sencillo
sufragio universal, pero los resultados eran decepcionantes. Era un sistema que
entregaba todo el poder a los ignorantes y a los que no pagaban impuestos,
quienes, como era lógico, pasaban a ocupar asimismo los cargos de
responsabilidad. La gente buscó el remedio y creyó encontrarlo no en la
supresión, sino en la ampliación del sufragio universal. La idea era ingeniosa.
La constitución otorgaba a cada hombre
un voto. Ese voto era un derecho adquirido y nadie podía suprimirlo.
Pero la constitución no prohibía dar dos
o veinte votos a ciertos individuos.
Entonces se introdujo subrepticiamente
una enmienda que ampliaba en determinados casos el sufragio.
"Limitarlo" hubiera ocasionado
problemas, pero "ampliarlo", en cambio, tenía su lado agradable. La
enmienda fue aprobada. Todos los ciudadanos -pobres o ignorantes- tenían
derecho a un voto y, por ello, seguía rigiendo el sufragio universal. Con todo,
una buena educación primaria sin dinero daba derecho a dos votos; la educación
secundaria daba cuatro, una fortuna valorada en tres mil sacos, cada cincuenta
mil sacos de incremento de patrimonio otro más. Una educación universitaria
facultaba para nueve votos, aunque la persona no poseyera fortuna alguna. De
este modo, como el saber resultaba más decisivo y más fácil de adquirir que las
riquezas, los hombres cultos pasaron a ser más influyentes que los ricos.
Sucedió entonces que la persona antes
respetada únicamente por su dinero lo era ahora por sus votos. Un hombre con
derecho a un voto saludaba respetuosamente a su vecino que disponía de tres.
Una personalidad fuera de lo común luchaba a brazo partido para conseguir tres
votos. El afán de emulación ganó a todos. Los votos basados en el capital se
llamaron "votos mortales" porque las personas podían perderlos; los
basados en el saber se denominaron "inmortales" pues eran
permanentes. Por su carácter imperecedero, el voto inmortal era lógicamente más
valioso que los otros. Y, sin embargo, no eran absolutamente imperecederos: la
locura podía dejarlos sin efecto. Gracias a este sistema, el juego y la
especulación cesaron en la República de Gondur. Un hombre honrado con gran
capacidad electoral no podía arriesgarse a perderla con acciones dudosas.
En la actualidad, los parlamentarios y
altos funcionarios de Gondur son personas muy respetadas, cuando antes tales
cargos eran objeto de suspicacias y la prensa hablaba de ellos con desprecio y
grosería. Hoy los funcionarios no precisan robar y reciben muy buenos salarios
en comparación con la miseria que ganaban cuando el parlamento estaba
controlado por la gente inculta, que veía los salarios de los funcionarios bajo
su peculiar punto de vista, que además obligaban a respetar a sus obsequiosos
empleados.
La justicia se aplica con rigor y
sabiduría. Una vez en su cargo, al que llega a través de un sistema
especificado de promociones, el juez es inamovible, siempre y cuando su comportamiento
sea irreprochable y no se ve obligado a modificar su sentencia de acuerdo con
el efecto que pueda causar en el partido político en el poder.
La República de Gondur dispone de
numerosas escuelas públicas y privadas siempre llenas sin necesidad de
proclamar obligatoria la educación, ya que una persona puede convertirse en alguien
influyente y respetado sólo gracias a su cultura. Sin duda, se sorprenderá de
la cantidad de gente que asiste a las escuelas.
(Mark Twain [Samuel Langhorne Clemens]
The Curious Republic of Gondour,
Atlanta, 1875)
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HARMONÍA
Grupo de colonias fundadas a mediados
del siglo XIX.
La situación geográfica de Harmonía no
es conocida porque sus miembros juran mantenerla en secreto, pero se sospecha
que puede encontrarse en un valle, cerca de Bruselas o en las afueras de
Lausana.
Cada colonia está integrada por 1.500 a
1.800 miembros que poseen todo en común y comparten una espaciosa vivienda o falansterio,
con todo lo necesario para disfrutar de la vida. Las colonias se comunican
entre sí mediante un observatorio, una torre de señales y un telégrafo.
La vida comunitaria de Harmonía se
caracteriza por la ausencia total de represión y la libertad total para todas
las pasiones humanas.
El viajero observará que lo que en su
país se considera cortesía y buena educación, en Harmonía resulta anormal o
grosero. Por ejemplo, son allí ciudadanos ejemplares los niños que disfrutan
revolcándose en el barro, porque encuentran divertida la insalubridad del
sistema sanitario local. Los niños están integrados en las llamadas Órdenes
Pequeñas; retozan caracoleando por las colonias en unos impetuosos poneys,
vestidos de húsares y al son de trompetas, campanas, címbalos y otros
instrumentos musicales.
La sociedad de Harmonía está basada en
la clasificación de todas las pasiones. Las privilegiadas, comparables a los
cinco sentidos y las pasiones simples del alma, que son cuatro (ambición,
amistad, amor y paternalismo), son las tres pasiones "distributivas":
la pasión adivinadora, la pasión de vibrar y la pasión compuesta. Las pasiones
adivinadoras son las que unen los sentidos con el espíritu. Las pasiones
vibrantes (llamadas también alternativas) son las que precisan cambios y
novedades; las pasiones compuestas son las que parecen irracionales.
La organización de la vida cotidiana de
Harmonía está basada en un número de grupos o series de individuos clasificados
según esas tres pasiones. Sin embargo, un día cualquiera en la vida de un
habitante de Harmonía le llevará de un grupo a otro, del trabajo (jamás el
mismo dos días seguidos) al juego y a la satisfacción de sus funciones
corporales.
Los visitantes deben someterse a varias
pruebas antes de ser clasificados y de que se les permita entrar en alguno de
los grupos de Harmonía.
(Charles Fourier, Théorie des Quatre
Mouvements, París, 1808; Charles Fourier, Traité de l´Association Domestique Agricole, París, 1822
Charles Fourier, Le Nouveaux Monde Industriel et Sociétaire, París, 1829;
Charles Fourier, Le Nouveau Monde Attioureux, París, 1967).
Charles Fourier, Le Nouveaux Monde Industriel et Sociétaire, París, 1829;
Charles Fourier, Le Nouveau Monde Attioureux, París, 1967).
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CIUDAD DE LAS EXPIACIONES
Ciudad
de Europa. A orillas de un ancho río que atraviesa una gran llanura, la Ciudad
de la Expiaciones está rodeada de altas murallas y tiene una sola puerta. Está
dividida en la mitad de arriba, donde reside el gobierno y se encuentran los
edificios públicos. Los mercaderes y los artesanos, y la ciudad de abajo,
habitada por aquellos que están llevando a cabo su expiación. En las afueras se
pueden ver casitas provistas de huerto y granjas, donde viven aquellos que ya
han completado este proceso. La ciudad de abajo, dividida en sesenta barrios o
distritos, es llamada "el Desierto",
y está aislada por un muro aun hallándose dentro del recinto de la ciudad.
Vigilantes y soldados patrullan esta área donde hombres y mujeres viven
separados. En la ciudad de arriba y en la de abajo hay, en total, doce capillas
católicas y unas pocas iglesias protestantes.
La
Ciudad de las Expiaciones fue fundada para que en ella vivan los que necesitan
o desean una reeducación social, y los que precisan corregir su flaqueza
moral o espiritual. Aquellos que llegan a la Ciudad de las Expiaciones padecen
una muerte administrativa. En el período inicial el neófito es alojado en una
prisión llamada "la Tumba".
Abolida su vida anterior, carece de nombre durante treinta días. Luego recibe
la visita de sacerdotes y jueces que le explican la doctrina cristiana. Se le
da un nombre nuevo y se le asigna un lugar de residencia en la ciudad de
abajo. Durante todo el tiempo que dura su estancia no debe mencionar por qué
ha acudido allí; su pasado ha sido abolido y una violación a la norma significa
un tremendo castigo. El neófito se ve trasladado constantemente de alojamiento
para que no se acostumbre a ningún lugar; se fortalece de esta manera la idea
de que nada en la vida es estable, que la vida es un viaje a una tierra de
exilio, que una morada fija recompensa una conducta intachable. Puede escribir
a sus familiares y amigos, pero todas sus cartas serán censuradas. Por fin,
pasado este periodo de expiación, regresa a su país de origen. En toda la
ciudad se observan el celibato y el silencio, rotos sólo por las letanías matinales
y vespertinas.
La
Ciudad de las Expiaciones está gobernada por un dictador, único responsable
ante el rey del país. Su residencia, que recuerda la arquitectura del antiguo
Egipto, es un bloque gigantesco de granito con un gran patio delante y
jardines detrás Cerca de la morada del dictador se encuentra el tribunal, un
edificio sin ventanas, con una sola puerta, baja y estrecha; la prisión se
halla adosada a este edificio y se entra en ella a través de él. Las casas de
la ciudad de abajo, con forma de tienda, poseen una única habitación escasamente
amueblada; una cama, una mesa, una silla, una lámpara, un reloj y un ejemplar
del Manual del Cristiano, El suelo es de madera, las ventanas tienen rejas y la
puerta se cierra con llave por fuera. Estas Casas forman tres de los lados de
una plaza cuadrada en cuyo centro hay árboles frutales y una fuente; en el
cuarto lado se encuentra la casa del superintendente. El viajero no dejará de
advertir que toda la ciudad está llena de estatuas de aquellos filósofos y
poetas considerados benefactores de la humanidad.
El
edificio más importante de la Ciudad de las Expiaciones es el templo, sin
puerta aparente y con foso que lo circunda. El visitante es llevado hasta él
con los ojos vendados. En el interior, el techo es de oro y el suelo de mosaico,
y una nave flanqueada por columnas conduce hasta un obelisco enorme. Remata el
templo una espléndida cúpula azul sostenida por un círculo de cariátides.
Los
viajeros que deseen entrar en la Ciudad de las Expiaciones deben ir provistos
de cartas de presentación. Se los alojará en el único hotel de la ciudad y no
podrán salir solos a la calle.
(F. S.
Ballanches, La Ville des expiations,
París, 1907)
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GINOGRAFÍA
País donde las mujeres están totalmente dominadas por los hombres y las
leyes dependen de la voluntad masculina.
En Ginografía la fidelidad es obligatoria. La esposa infiel recibe el
castigo que estipula el marido o, en otro caso, es juzgada por un tribunal de
doce ancianas, cuyo veredicto debe ser confirmado por un segundo tribunal, este
de ancianos. La adúltera es azotada y su amante debe pagar al marido engañado
una multa en concepto de daños y perjuicios; si el amante insulta o golpea al
marido es ejecutado en el acto.
Quince días después de la boda una anciana enseña a la recién casada
todo lo referente a las tareas del hogar, y la joven jura cumplir siempre con
sus obligaciones domésticas. El matrimonio no es cuestión de gusto personal,
sino de conveniencia mutua. En los solsticios de invierno y verano se publican
los nombres de los jóvenes de ambos sexos en edad casadera y los padres eligen.
Si una joven no encuentra marido, ocupa una posición de acuerdo con su rango
social: La muchacha noble se convierte en abadesa, la burguesa en monja y la
pobre en sirvienta.
Las niñas reciben una educación distinta de los varones. Nada más nacer,
se las envuelve en pañales para inculcarles el sentido de la modestia y el
recato.
Toda su
educación se basa en el aprendizaje de la subordinación. Hasta los nueve o
doce años la formación es mixta para atenuar los defectos de ambos sexos: las
niñas chismorrean menos y se vuelven más racionales, y los varones se hacen
menos propensos a la vida disoluta. Las clases inferiores no aprenden a leer
ni a escribir porque no lo necesitan para trabajar.
Los
castigos reservados a la joven que pierde su virginidad son: si fue contra su
voluntad, casarse con el hombre que la sedujo, pero jamás mostrarse en público;
si fue con su consentimiento, casarse con un viudo y, por último, si es una
libertina, su padre debe cargar con la crianza del bebé y ella ir a la cárcel
o trabajar como lavandera o cocinera en los hospitales de mujeres.
Si el
viajero consigue llegar a Ginografía a pesar de que su localización sigue
siendo desconocida, no debe dejar de presenciar los festivales de verano e
invierno que se celebran en todo el país. En junio se entregan los premios a
las mejores trabajadoras, bailarinas, etc.; en diciembre se premia a las
muchachas modestas, amables y mejor dotadas. Se advierte al visitante que por
nada del mundo ha de intentar entrar en el sector del hogar ginografiano reservado
exclusivamente a las mujeres. Ningún hombre puede entrar allí sin permiso, excepto
el marido o el padre, y el intruso lo paga con su vida.
Los habitantes de Ginografía están convencidos de que el alma de la
mujer no es igual que la del hombre y que la única inclinación natural de mujer
es el deseo de agradar.
Nicolas Edme Restif de la Bretonne, Les Gynographes,
ou Idées de deux honnêtes femmes sur un problème de réglement proposé à toute l'Europe, pour mettre les femmes à leur place,
et opérer le bonheur des deux sexes. La Haya 1777)
ou Idées de deux honnêtes femmes sur un problème de réglement proposé à toute l'Europe, pour mettre les femmes à leur place,
et opérer le bonheur des deux sexes. La Haya 1777)
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UTOPÍA
Isla
situada a unas quince millas de las costas de Sudamérica, antaño llamada
Abraxa. Anteriormente Utopía estaba unida al continente por un istmo.
Debe su
actual nombre a Utopo, uno de sus primeros gobernantes. Cuando Utopo logró
dominar el país, hizo cortar el istmo que unía la península al continente y
transformó Utopía en una isla. En la parte más ancha mide trescientos
kilómetros de lado a lado. Los extremos de la isla se estrechan y luego se curvan
hasta formar casi un círculo, dándole el aspecto de una media luna cuyas puntas
están separadas por un estrecho de dieciséis kilómetros de ancho. Una vez
pasado el estrecho, el mar forma una inmensa bahía protegida de las tormentas
por la tierra que la circunda. De ello resulta que, prácticamente, todo el interior
de la isla es un inmenso puerto natural, un mar interior que facilita el
transporte dentro del país. El canal de ingreso es sumamente peligroso, pues
hay muchos arrecifes y bancos de arena ocultos bajo el nivel de las aguas. Una
torre se alza sobre la única roca visible. Solamente los utopianos conocen los
pasos navegables. Sin la ayuda de un piloto del país es casi Imposible llegar
sano y salvo a puerto.
En Utopía existen cincuenta y cuatro grandes ciudades, todas
construidas según el mismo plano. La distancia mínima entre ellas es de
treinta y seis kilómetros; la máxima, no más de un día de marcha. La capital,
Amaurota, está situada en el centro de la isla y. por consiguiente se encuentra
a igual distancia de todas partes.
Está
construida en la suave pendiente de una colina sobre el río Anhidro. Es
cuadrada y cada lado mide más de tres kilómetros. La rodea una alta muralla
defendida por torres y fortalezas. Por tres de sus lados la protege un foso
seco, impracticable a causa de la maraña de espinos; por el cuarto, el río completa
la protección. El Anhidro es bastante profundo cerca de Amaurota y los barcos
pueden llegar directamente a la capital, aunque ésta se encuentra a gran distancia
del mar.
Se
supone que Amaurota fue diseñada por el propio Utopo. Según las crónicas, las
primeras casas no eran más que chozas, construidas con los materiales que se
encontraban al alcance de la mano. Su fisonomía actual es bastante diferente.
Las casas tienen forma de amplias terrazas y están distribuidas en calles. Detrás
de cada casa hay un ancho jardín que se extiende a todo lo largo de la calle y
que se conecta con los de las calles perpendiculares. Las puertas de entrada
se abren al contacto de la mano y se cierran automáticamente. Los muros
exteriores están revestidos de piedra o ladrillo; los techos están cubiertos
de un tipo de cemento que resulta muy barato y resistente a las inclemencias
del tiempo, y que, además, tiene la ventaja de ser a prueba de fuego. La mayor
parte de las ventanas tiene cristales y el resto está protegido por mamparas
de lino tratadas con ámbar o aceite fino para volverlas más transparentes y
más resistentes al viento. Las casas se entregan por sorteo y se
redistribuyen cada diez años.
En la
campiña, a intervalos regulares, hay casas muy cómodas equipadas con todo lo
necesario para cultivar la tierra, y en cada una se alojan cuarenta adultos
más dos siervos que son miembros estables de la casa. Estas casas están a
cargo de eficientes supervisores de Distrito, cada uno con 30 de ellas a su
cargo. Cada año regresan del campo veinte personas que son reemplazadas por
igual número de ciudadanos, entrenados previamente por los que ya han pasado
un año en el campo. Un año después, se repite el proceso. Normalmente, sólo
pasan dos años trabajando la tierra, pero muchos piden un permiso especial, que
les es concedido, para quedarse más tiempo.
La
actividad agrícola es, en efecto, ocupación común a todos los utopianos y se
aprende desde los primeros años en la escuela. Además, cada uno adquiere un
oficio y llegan a ser tejedores, albañiles, herreros o carpinteros. Como todos
usan ropa del mismo estilo no hay sastres ni modistas, cosa que deja libre a
mucha gente para tareas más productivas. La mayoría de los niños tiende a adoptar
el oficio de sus padres, pero si eligen otro son adoptados por una familia
que practique el oficio escogido. En cuanto una persona es experta en un oficio
se le permite aprender otro, cuando conoce ambos a la perfección puede elegir
uno de ellos, a menos que el otro sea esencial para la vida de la comunidad.
El trabajo es la base de la sociedad utopiana; todos los hombres y mujeres
trabajan y pocas personas quedan eximidas de hacerlo (por razones
específicas). Dado que todos trabajan y concentran sus esfuerzos en oficios
útiles, no resulta sorprendente que Utopía sea un país tan próspero. La
producción también está planificada cuidadosamente. Las autoridades calculan
con precisión las necesidades alimentarias, aunque cada región produce el
grano y el ganado suficientes para hacer frente; incluso a las necesidades de
sus vecinos. Los excedentes se desvían rápidamente hacia quienes más los
necesiten. La eficiencia de la economía ha permitido reducir la jornada laboral
a seis horas diarias, sin producir por ello escasez de bienes o servicios. La
reducción del número de trabajadores dedicados a oficios superfluos o
innecesarios ha tenido consecuencias benéficas para la economía. Con toda la
población (o gran parte de ella) empleada en tareas útiles, se pueden acumular
inmensas reservas y realizar las obras públicas necesarias, como la
construcción de caminos. También se declaran festivos los días en que no hay
nada urgente que hacer, de modo que la gente tiene la oportunidad de
ejercitarse y perfeccionar la mente.
El
sistema de comercio interior hace que a ninguna región le falte nada y que se
exporten los excedentes de producción. Utopía experta grandes cantidades de
trigo, miel, lana, lino, madera, telas, cueros, sebo, pieles y ganado. La séptima
parte de las exportaciones se dona como regalo a los pobres del país importador
y el resto se vende a precios moderados. Las únicas importaciones son, en
tiempos normales, hierro, oro y plata. Los utopianos poseen enormes reservas
de oro, aunque el oro no tiene valor en el país. Las reservas se mantienen para
proteger a Utopía de las guerras o crisis mayores y se utilizan para sobornar
a los enemigos o contratar, llegado el caso, mercenarios que luchen en su
nombre. En tiempos pasados, los utopianos exigían el pago en oro de las
exportaciones; en la actualidad sus reservas son tan grandes que les da lo
mismo vender en efectivo o a plazos. En este último caso, se firman contratos
estrictos. Cuando vence el plazo, las autoridades cobran e ingresan el dinero
en los fondos públicos, Las autoridades pueden hacer uso del dinero hasta el
momento en que éste sea necesitado por los utopianos.
Utopía
es una república en donde no existe la propiedad privada y donde todos toman en
serio sus deberes para con la comunidad. Nadie es rico, pero no hay pobreza ni
falta de nada. Los almacenes públicos están siempre llenos, gracias a la eficiencia
de la economía y la distribución de los recursos públicos. La abolición de la
propiedad privada y el dinero ha puesto fin a la pasión por las posesiones y
la riqueza; también ha llevado a la desaparición de todos los crímenes y
abusos nacidos del deseo de fortuna y superioridad y, por idénticas razones,
también ha desaparecido la pobreza.
El
sistema político se basa en la división de la población en unidades de treinta
familias. Cada una elige a un sifogrante o
Supervisor del Distrito y cada diez sifograntes
eligen a un traniboro, o Jefe
Supervisor del Distrito. Los traniboros se eligen por un año solamente, pero
por lo general no se les cambia: otros funcionarios oficiales también se eligen
por un año. Cada ciudad tiene doscientos sifograntes, quienes eligen al
príncipe entre cuatro candidatos nombrados por los cuatro barrios de la ciudad.
Las elecciones son por votación secreta y el sifogrante debe jurar solemnemente
que el hombre que elige es, en su opinión, el mejor calificado para ocupar tal
puesto. El príncipe y los traniboros se reúnen cada tres días en presencia de
dos sifograntes para discutir los asuntos públicos y mediar en cualquier
disputa privada que se presente. Para evitar las decisiones apresuradas, ninguna
cuestión que afecte al interés público puede resolverse antes de un debate con
una duración mínima de tres días. Es delito capital discutir estos asuntos
fuera del Consejo o Asamblea de sifograntes, aparentemente para evitar que el
príncipe y los traniboros hagan caso omiso de los deseos del pueblo. Por
razones similares, cualquier asunto que pueda producir discrepancias se presenta
a la Asamblea de Sifograntes quienes lo explican a las familias que representan,
los discuten entre ellos y luego vuelven a informar al Consejo. Las decisiones
apresuradas también se combaten mediante una regla que establece que ninguna
resolución puede debatirse el mismo día en que se expone; toda discusión debe
posponerse hasta la reunión siguiente. Cada ciudad envía tres representantes
al Parlamento anual, en Amaurota. El Parlamento se dedica especialmente a todo
lo que se relaciona con la organización de la producción y la distribución.
También se ocupa de recibir a los emisarios de otros países.
El
deber principal de los sifograntes es la organización del trabajo. Personalmente
se hallan exentos del trabajo manual, pero muchas veces siguen haciéndolo
voluntariamente para dar ejemplo. Los que desean continuar sus estudios
también están eximidos del trabajo, pero sólo por recomendación de los
sacerdotes, confirmada por los sífograntes mediante voto secreto. Los estudiantes
que no se destacan en sus estudios deben volver a trabajar. Por otra parte, es
habitual que los trabajadores estudien durante su tiempo libre y sean después
admitidos en la clase intelectual. Los diplomáticos, sifograntes, sacerdotes
y traniboros se reclutan entre los miembros de la intelectualidad.
Aunque
se trata de una república, Utopía no es, estrictamente hablando, una sociedad
igualitaria. Cada casa se rige por la autoridad del varón más viejo. Las
esposas están subordinadas al esposo, los niños a sus padres y los jóvenes a
sus mayores. La esclavitud sigue existiendo. Pero los esclavos de Utopía no
son prisioneros de guerra. La inmensa mayoría son criminales condenados que se
adquieren en otros países, a veces a precio ínfimo, a veces gratis. A éstos se
suman los delincuentes utopianos. Ambos grupos se hallan encadenados y
realizan trabajos forzados, pero los utopianos reciben peor trato que los
extranjeros, porque se considera que si alguien ha tenido el privilegio de una
buena educación y una alta enseñanza moral e insiste en delinquir, debe ser
castigado con extrema severidad. La tercera categoría de esclavos la
constituyen los extranjeros de clase trabajadora que prefieren la esclavitud en
Utopía a la indigna pobreza de la "libertad" en su país natal. Se
los trata con amabilidad y respeto aunque, por estar acostumbrados a ello en
su país, trabajan más que los ciudadanos de Utopía. Son libres de abandonar el
país si lo desean y reciben una pequeña compensación cuando lo hacen. Sin
embargo, muy pocos aprovechan esta posibilidad.
Los
utopianos son una de las pocas naciones de la Tierra que no ve nada glorioso
en la guerra y la considera una actividad más acorde con los actos de los
animales que con los de los seres humanos. Eso no impide que los miembros de la
población reciban entrenamiento militar sin tener en cuenta el sexo, para que
puedan defender al país en caso necesario. También están preparados para
brindar apoyo militar a las naciones amigas, no solamente con el fin de
defender su territorio sino también para responder a actos de agresión o
defender los derechos de los que fueron maltratados en otros países. Las
lesiones ocasionadas a ciudadanos utopianos en el extranjero o su asesinato
traen como consecuencia una intervención militar rápida y decisiva; en tales
casos, no se acepta ningún ofrecimiento de reconciliación, excepto la entrega
de los agresores que de inmediato son sentenciados a muerte o reducidos a la
esclavitud. En general, los utopianos no desean victorias sangrientas y
prefieren, si es posible, derrotar al enemigo con el poder del intelecto. De
acuerdo con este principio recompensan el asesinato de los jefes enemigos.
Distribuyen listas de los que en otros países alientan políticas antiutopianas
y ofrecen importantes sumas por su captura o muerte. No hay límite para la
cantidad de dinero que Utopía está dispuesta a pagar a los traidores del campo
enemigo. Aunque se critica a menudo a los utopianos por esta conducta "deshonrosa", ellos aducen que es
más sensato acabar con las grandes guerras de este modo que presentar batalla
y llevar a la muerte a millares de personas inocentes.
Las
relaciones de Utopía con los países vecinos son, de todos modos,
sorprendentemente buenas. La mayor parte de estos países se ha liberado de
las dictaduras que los oprimían en el pasado y Utopía se encarga de
proporcionarles administradores. El arreglo resulta ventajoso pues los administradores
utopianos son excelentes funcionarios públicos; entre otras cosas, no pueden
ser sobornados ya que. en corto tiempo, deben regresar aun país donde el dinero
no les será de utilidad. Los pactos o convenios formales implican. por
definición, un grado de hostilidad mutua y ofrecen, inevitablemente, muchas
posibilidades de evasivas: los utopianos creen que no tiene sentido considerar
enemigo a alguien que no les ha hecho daño y afirman que la naturaleza humana
es en si misma el mejor convenio. Los seres humanos -según ellos- se hallan
estrechamente unidos por la amabilidad y la simpatía antes que por cualquier
clase de contrato escrito.
Cuando
la guerra se hace inevitable, Utopía prefiere contratar mercenarios. El
contingente utopiano está formado por voluntarios; nunca se recluta a nadie
para luchar en el extranjero Aunque se hallen en servicio activo en otros países,
las unidades utopianas no pelean a menos que sea inevitable, pero cuando lo
hacen prefieren morir a rendirse. No se jactan de su estrategia. que se basa
en agotar al enemigo mediante una característica formación en cuña destinada a
capturar a las fuerzas enemigas antes que a ocasionar enormes bajas. El
ejército utopiano jamás rompe un armisticio, devasta el territorio enemigo o
destruye las cosechas. Por el contrario, consideran que las cosechas del enemigo
se cultivan en beneficio de ellos mismos y hacen todo lo posible para
protegerlas. Cualquier ciudad que se rinda recibe protección de inmediato y no
hay saqueo, aunque la hayan tomado por asalto. No se causan daños a la
población civil. Siempre se exige al derrotado una reparación, parte en
efectivo y parte en tenencia de propiedades en el territorio enemigo. Esto ha
conducido a la adquisición de posesiones en muchos países y al establecimiento
de reservas considerables para futuras guerras. Si un ejército marcha contra
Utopía, los utopianos envían grandes formaciones para interceptarlo; bajo
ninguna circunstancia permitirían que las tropas enemigas pusieran un pie en
la isla.
Uno de
los principios más antiguos de la constitución utopiana es la tolerancia
religiosa: una gran variedad de credos coexiste allí pacíficamente. Algunos
veneran la luna, el sol u otros cuerpos celestes; otros consideran dios supremo
a algún prócer del pasado, pero la mayoría de la población cree en la
existencia de un poder divino único que está más allá del entendimiento
humano y que impregna todo el universo no como una sustancia física sino como
una fuerza activa. Lo llaman "El Padre" aunque su sexo -si lo tiene-
no se conoce. También creen en un Ser Supremo: Mitra, No hay acuerdo sobre la
naturaleza de Mitra, pero todos afirman que la forma del Ser Supremo es
idéntica a la de la Naturaleza y el único origen de todo. la fe cristiana va,
de todos modos, en aumento. Se prohíbe la prédica fanática de una religión que
excluya a todas las demás: no se la considera blasfemia, sino perturbación de
la paz. Los que persisten en la ofensa son exiliados.
El
principio de tolerancia religiosa data de la época en que el país fue
conquistado por Utopo. Anteriormente había estado dividido por grandes luchas
religiosas, hasta tal punto que las distintas sectas se habían negado a aliarse
para defenderlo. Esta división había sido, de hecho, la que había facilitado
la conquista de Utopo. Después de apoderarse del territorio, éste decretó que
todos eran libres de profesar su religión e intentar convencer a otros de su
fe, siempre que lo hicieran pacíficamente con argumentos racionales. Las
razones de este decreto eran en parte políticas, ya que aseguraban la unidad del
país. Pero parece que él también creía que la completa tolerancia formaba parte
de los intereses propios de la religión, dado que era posible que Dios permitiera
creencias distintas porque quería ser venerado de diversas formas. Todos son,
pues, libres para elegir su doctrina religiosa, siempre que ésta no atente contra
la dignidad de la especie humana, Los dos únicos dogmas básicos que Utopía
acepta en su totalidad son: que el alma humana no muere con el cuerpo, y que el
universo no es una creación del azar sin providencia que la controle. Los utopianos
también creen en recompensas y castigos después de la muerte; cualquiera que
piense lo contrario ha perdido, según ellos, el derecho a ser considerado un
ser humano y está degradando su alma inmortal hasta un nivel animal. Se tiene
gran desprecio por esta gente y no se les permite desempeñar ningún cargo
público, pero no se les castiga ni se les obliga a renunciar a sus
convicciones. No se les permite predicar en público, ya que los utopianos creen
que sus locuras tienen que desvanecerse ante un argumento racional. Hay
materialistas, pero son minoría. En el extremo opuesto están los que sostienen
que los animales también poseen un alma inmortal aunque de naturaleza inferior
a la del hombre, La mayoría de la población cree que puede agradar a Dios
estudiando el mundo natural, pero una significativa minoría desdeña, por sus
creencias religiosas. la búsqueda del conocimiento y pasa su vida de forma tranquila,
realizando toda clase de buenas obras.
Los
utopianos están divididos en dos sectas principales. Una de ellas cree en el
celibato, se abstiene de comer carne (y, en algunos casos, de todo tipo de
alimentación que provenga de animal), renuncia a los placeres del mundo y
sólo añora la vida porvenir. La otra secta no pone objeciones al placer,
siempre que no interfiera con el trabajo, aprueba el matrimonio y cree que la
procreación es un deber para con el país y la naturaleza humana. Los utopianos
que pertenecen a la primera secta son muy respetados y se les considera más
devotos que los miembros de la segunda, generalmente se conocen por el nombre
de butrescas o religiosos.
Los
utopianos están tan convencidos de la existencia de la infinita felicidad
después de la muerte que no lloran cuando mueren sus compañeros, a menos que
una gran resistencia a morir parezca indicar la sombría premonición del
castigo en la otra vida. Los ritos funerarios del que muere en estas
condiciones se celebran en medio de un penoso silencio. Simplemente piden a
Dios piedad para el alma del muerto y perdón para sus debilidades. Luego
entierran el cuerpo. Los que mueren felices no son llorados; en sus funerales
se cantan bellas canciones y sus cuerpos son incinerados en actitud reverente.
Luego, los deudores regresan a sus casas y discuten el carácter y las cualidades
del muerto. lo hacen con suma consideración, creyendo que esta práctica es también
del agrado del muerto quien, aunque invisible, asiste a la discusión. Están
seguros de que la capacidad de afecto y las demás cualidades del desaparecido
aumentan al morir. Se cree que los muertos se mezclan libremente con los vivos
y observan todo lo que se dice y hace sobre la tierra; se conciben casi como
ángeles guardianes. La sensación de la presencia permanente de estos ancestros
ayuda a desalentar el mal comportamiento de los vivos en privado.
En
Utopía no se presta atención a las supersticiones y augurios, tan importantes
en otros países. Por otra parte, la gente siente gran respeto por los milagros,
que consideran pruebas del poder y la majestad de Dios. Se dice que suceden a
menudo y, en tiempos de crisis, la nación entera reza pidiendo un milagro; la
le que les sostiene es tan grande que, frecuentemente, son atendidas sus
plegarias.
Aunque
el país es esencialmente devoto, hay comparativamente pocos sacerdotes: trece
por ciudad, o uno por iglesia. Uno de ellos preside sobre los demás. A todos
los elige la comunidad por votación secreta. Se encargan de realizar los servicios,
supervisar la moral y ocuparse de la educación de los jóvenes. Se considera
terriblemente vergonzoso tener que presentarse ante un tribunal eclesiástico
para responder por cargos morales. El príncipe y los magistrados son, desde
luego, responsables de la eliminación del crimen, pero los sacerdotes tienen el
poder de la excomunión> que tal vez sea el castigo más temido en todo el
país. Hasta la seguridad física del excomulgado se halla amenazada, porque si
no logra convencer a los sacerdotes de su arrepentimiento, el Consejo lo
arresta y castiga por impiedad.
Los
sacerdotes varones pueden casarse y las mujeres pueden ser sacerdotes,
aunque en la práctica sólo se elige para este ministerio a viudas y a ancianas.
El sacerdote es la figura pública más respetada y las esposas de los
sacerdotes, lo más selecto de la sociedad utopiana. Los clérigos gozan de tan
alta consideración que si uno de ellos comete un crimen, no es llevado a juicio.
Se tiene por impío que un ser humano cualquiera ponga la mano encima a un
sacerdote, ya que su crimen queda en las de Dios y en su propia conciencia.
Los
sacerdotes acompañan a los ejércitos utopianos en todas sus expediciones. Muy
cerca del campo de batalla se arrodillan y rezan por la paz y, si ésta no es
posible, por una victoria sin sangre. Apenas el ejército utopiano muestra señales
de victoria, los sacerdotes' corren al campo de batalla y tratan de detener el
derramamiento de sangre. Cualquier soldado enemigo puede salvar su vida
llamándolos y, si alcanza a tocar sus hábitos, alcanza el perdón. En muchos
casos, la intervención de los sacerdotes ha evitado una masacre.
Los
templos de Utopía son hermosos y de gran tamaño. El interior es más bien
oscuro, pues se cree que la luz tenue es más propicia para la contemplación y
la plegaria que la luz brillante. Las ceremonias eclesiásticas y las oraciones
son igualmente aplicables a todos los credos, ya que sólo buscan venerar al
Ser Divino. Los ritos peculiares de cada secta se practican en privado. Por las
mismas razones, en las iglesias no existen representaciones visuales del Ser Divino.
Cada uno puede imaginarlo como mejor le parezca.
Los
utopianos creen que un dios de bondad los creó para ser felices. Esto ayuda a
explicar la actitud hacia el placer de la secta que, a diferencia de los butrescos, no ha renunciado a la vida
mundana y deliberadamente cultiva las más elevadas formas del placer. Arguyen
que es deber del ser humano vivir la vida de la forma más cómoda y feliz que
le sea posible y ayudar a otros a hacer lo mismo. Efectivamente, este
principio gobierna el sistema total de distribución de bienes y riquezas; al
aceptar que las leyes fueron dictadas por espíritu de justicia, es correcto tener
en cuenta los propios intereses y los de la comunidad. Comete un error quien
niega a otro un placer para disfrutarlo él solo, Al mismo tiempo, la autonegación
de placeres menores significa que el beneficio será pagado con la misma moneda,
Los utopianos aducen que, a fin de cuentas, el placer es la ambición última de
todo ser humano, aun cuando actúen de la manera más virtuosa, Aducen también
que el placer es cualquier estado que pueda disfrutarse y subrayan la palabra
"naturalmente", lo que quiere decir que muchos de los así llamados placeres
en otros países son despreciados aquí por ser ilusorios, Todas las formas del
dandismo, el consumo desmedido, las apuestas y la caza, pertenecen a esta
categoría; de ningún modo otorgan placer verdadero al individuo, Aborrecen
especialmente las cacerías, y no entienden cómo se puede hallar placer en los
aullidos y ladridos de los perros, En Utopía, el matar está por debajo de la
dignidad de los hombres libres y se deja en manos de los carniceros, que, por
otra parte, son esclavos,
Una
actitud similar gobierna la forma en que los utopianos consideran el oro y la
plata, Desde un punto de vista lógico, son menos importantes para la vida
material que el hierro, y la eficacia de su sistema económico hace que el
individuo no tenga necesidad de acumular oro, El interés excesivo en la riqueza
personal se considera un interés ilusorio, Para evitar que el oro adquiera la
importancia que tiene en otros países se ha desarrollado una curiosa escala de
valores. Los platos y las escudillas tienen hermosos diseños, pero sonde vidrio
barato o arcilla, El oro y la plata se utilizan, en cambio, para los más
humildes utensilios de cocina, Los esclavos llevan los grilletes de oro y los
culpables de crímenes atroces van de un lado a otro adornados con collares y
anillos de ese metal, El mismo principio se aplica a las joyas, que abundan en
la isla y a las que los utopianos no conceden valor, Los únicos que llevan sus
joyas con oro son los niños, pero al poco tiempo se aburren, Este desprecio por
las piedras y los metales preciosos puede causar desconcierto entre los
diplomáticos que no estén al tanto de las costumbres utopianas. Por ejemplo, en
cierta ocasión, una embajada de los Anemolios visitó el país, todos ellos vestidos
con ropas magnificas y adornados con piedras preciosas y oro, De hecho,
llevaban encima todo lo que en Utopía se asocia con el castigo a los esclavos,
la humillación de los criminales y los juegos de los niños, A la delegación le
llevó algún tiempo comprender las razones de tanta burla y tan mal disimulada diversión
a costa suya.
Por
otra parte, los placeres reales, tanto físicos como mentales, se valoran
mucho, tos placeres mentales incluyen la satisfacción del entendimiento y la
contemplación de la verdad, Los placeres físicos se dividen en dos categorías:
la primera incluye todo lo que llena el cuerpo entero con una sensación
consciente de goce, como la descarga de algún exceso o el alivio de la tensión;
la segunda actúa en forma misteriosa directamente sobre los sentidos, del
mismo modo que la música monopoliza el interés de los sentidos sin una
verdadera necesidad orgánica, Se cree que tales placeres dependen de la buena
salud, condición activamente estimulada en Utopía.
A los enfermos se les otorga toda la atención posible
y se les proporciona toda clase de medicinas que puedan ayudar a su
recuperación, Pero si la enfermedad es incurable, un sacerdote o un
funcionario del gobierno visitan al paciente y tratan de interesarlo en las
posibles ventajas de la eutanasia voluntaria, Si el enfermo acepta que la
vida no es más que una cámara de torturas y encuentra preferible la búsqueda
de un mundo mejor se deja morir de hambre o pide un soporífero que le mata sin
dolor, Se considera la eutanasia una muerte honrosa, pero a los que cometen suicidio
por razones frívolas o inadecuadas se les niega el beneficio de la incineración
o el entierro, y sus cuerpos son arrojados a una laguna sin ninguna ceremonia,
Las
costumbres matrimoniales tienen ciertas peculiaridades, al menos desde el
punto de vista del visitante. Las mujeres no pueden casarse hasta los dieciocho
años y los varones deben esperar dos años más, cualquiera, varón o mujer. que
sea culpable de tener relaciones prematrimoniales es castigado y queda descalificado
para el matrimonio, a menos que el príncipe revoque la sentencia, Sus guardianes
también son castigados por permitirles incurrir en falta de este modo, Hay una
lógica detrás de esto, ya que nadie estaría dispuesto a dejarse prender por
los lazos del matrimonio, con todos los problemas que eso trae, si se les permitiera
tener relaciones extramatrimoniales,
Antes de contraer el enlace, el novio y la novia se contemplan desnudos en presencia
de un testigo, para evitar problemas de desagrado físico, El matrimonio es
monógamo y las únicas causas de divorcio son el adulterio o un comportamiento
intolerable, En los casos de adulterio, la parte inocente puede volver a
casarse, pero la parte culpable queda condenada al celibato de por vida. En
casos excepcionales se permite el divorcio por cuestiones de incompatibilidad,
cuando marido y mujer han encontrado otros compañeros capaces de hacerles felices,
Tales casos requieren la exhaustiva investigación de los Iraniboros y sus esposas, y rara vez se concede
el divorcio, El adulterio se castiga por lo común con trabajos forzados, La
seducción, o su intento, también se castiga severamente,
El
tratamiento del estupro o intento de estupro pone de relieve un curioso
aspecto de la ley utopiana. Cualquiera que falle en su intento criminal es
castigado como si hubiera cometido el crimen, Los abogados de Utopía argumentan
que, dado que el fracaso del criminal no es intencionado, no hay razón para no
castigarlo. De todos modos, Utopía tiene muy pocas leyes; de hecho, una de las
mayores críticas a los demás países es que sus códigos penales son demasiado
extensos, Los utopianos creen que es totalmente injusto hacer leyes demasiado
abstrusas, ya que una persona común y corriente no podrá comprenderlas
correctamente. Además, sostienen que un hombre puede defender mejor su propia
causa que un profesional contratado, Dado que hay tan pocas leyes formales,
este sistema funciona a la perfección y cada ciudadano es su propio asesor
legal. Las discusiones interminables acerca de la correcta interpretación de la
ley se desconocen por completo, pues se cree que la interpretación menos elaborada
es la correcta, El sistema legal no se basa exclusivamente en procedimientos
disuasivos y se conceden honores públicos a los que obedecen la ley. Por ejemplo,
se erigen estatuas para honrar a quienes se distinguieron por sus servicios a
la comunidad, en parte para perpetuar la memoria de sus hechos y en parte
para estimular a otros a seguir su ejemplo.
Gran
parte de la vida en Utopía tiene carácter comunitario, Por ejemplo, es
costumbre comer en un inmenso salón comunal, donde las mujeres de las
distintas casas se turnan para cocinar, Los jóvenes y los viejos se sientan
junto a los de su misma edad y a la vez se mezclan con grupos de otras edades,
Una teoría sostiene que el respeto por los mayores desalienta el mal comportamiento
entre los jóvenes, especialmente si están. seguros de que los comensales más
próximos notarán todo lo que hagan o digan. Durante las horas de las comidas
funcionan guarderías para los niños menores de cinco años, y también para
embarazadas y las que están amamantando. La comida es adecuada y sana; se bebe
vino y sidra de manzana y de pera. Se le suele echar miel al agua para darle
sabor y no se conoce la cerveza.
La
sociedad utopiana es muy desarrollada y compleja. A través del uso experto de
la ciencia, una isla naturalmente árida fue transformada en una tierra rica y
fértil, Las ciencias naturales y la astronomía también están muy evolucionadas,
De hecho, la única área donde los utopianos no alcanzan el nivel del resto de
Europa es la de la lógica.
La
gente es amable y hospitalaria y reciben con los brazos abiertos a los escasos
viajeros que se acercan a sus orillas, También se destacan por su trato
afectuoso hacia los débiles mentales, a quienes encuentran divertidos y jamás
insultan.
Se
advierte al viajero que los utopianos censuran todo tipo de afeites, Se
aconseja llevar ropas sencillas y tener en mente el caso de los diplomáticos
de Anemolios. La vestimenta utopiana es simple: monos sueltos de cuero para
trabajar y una capa de lana color natural para las apariciones en público. En
Utopía, la moda es un concepto desconocido,
Los
orígenes del pueblo permanecen oscuros, aunque las evidencias lingüísticas señalarían
ancestros griegos o persas. El idioma es expresivo y agradable al oído. Ya lo
hablan otras naciones de la región, aunque en forma un tanto degradada.
(Sir Thomas More, Utopía, Londres, 1516)
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